Nativos logran autoconsumo y ahora trabajan en certificación de reserva

Mistolar es un ejemplo de comunidad indígena, que se puso como meta el autoconsumo y logró. Ubicada en los confines del árido Chaco, produce ganado vacuno, caprino y miel ecológica. Ahora quieren titular la tierra que ocupan y certificar sus reservas naturales para asegurar más ingresos. La Fundación Yvy Porã, Conaderna, Seam, la Comisión del Senado y el Indi asesoran a los nativos.

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POZO HONDO (Aníbal Velázquez, enviado especial).Cuando llegamos a Mistolar la temperatura orillaba los 40 grados. El sol era sofocante. Los nativos, ni bien divisaron a los visitantes, vinieron al encuentro, y en gesto de hospitalidad, cada uno saludaba y daba la bienvenida.

Los niños correteaban por los alrededores. Todos con aspecto saludable, aunque en sus rostros curtidos se reflejaban los efectos del intenso calor que vive esta parte país.

Una vez terminada la recepción, los indígenas invitaron a pasar a uno de los dos pabellones, que en su momento fue construido por los mormones. Allí, presentaron el trabajo que realizan y que actualmente les permite alcanzar la seguridad alimentaria.

Genaro Yegros, por ejemplo, se encarga de la ganadería. La comunidad cuenta con 64 cabezas que proveen leche y carne de acuerdo a la ocasión. Cuando tienen excedente venden el ganado a 3.800 guaraníes el kilo.

La cría de cabras es otra de las ocupaciones de los nativos. Se dedican a esta tarea 12 familias que tienen 287 animales. Las cabras andan sueltas de día, pero de noche son encerradas en corrales para evitar que sean atacadas por yaguaretés o pumas americanos. Esta especie normalmente se reproduce dos veces al año, y la venden a 3.500 guaraníes el kilo. Normalmente cada ejemplar tiene entre 15 a 19 kilos.

La principal actividad actual es sin dudas la producción de miel, que es de primerísima calidad. Tiene la categoría de ecológica, por estar en una región fuera del alcance de las fumigaciones y de los campos magnéticos.

Los nativos tienen varios colmenares de donde sacan el producto y lo envasan en potes de medio litro, que cuestan 20.000 guaraníes cada uno. A esta actividad se dedican 11 familias. El año pasado recaudaron en este rubro más de 4.000.000 millones de guaraníes. Hay también familias que trabajan la tierra. Producen también poroto, zapallo, sandía, melón y batata, que forman parte de la alimentación comunitaria.

Si bien gran parte de Mistolar está emplazada sobre terreno árido, incluso talcales, en las proximidades de los bañados del río Pilcomayo, que está a unos 500 metros, la tierra es fértil. Sin embargo, no pueden vivir cerca porque el deshielo cada año desborda el agua y anega lo que encuentra a su paso.

La certificación

Mistolar es una antigua comunidad indígena de la zona de Pozo Hondo. Se encuentra a unos 820 kilómetros al noroeste de Asunción. Para llegar al lugar fuimos primeramente en avión hasta el destacamento militar de Joel Estigarribia, ubicado a 750 kilómetros de Asunción. De aquí se hace otro trayecto de 70 kilómetros por un polvoriento camino, en cuyo tramo había solo una aguada. También hay algunos establecimientos ganaderos.

Está compuesta de 40 familias. En la década del 80 la tierra fue adquirida por el Estado para los indígenas nivaclé, pero como nunca fue inscripta en el Registro General de la Propiedad, sufrió una sistemática invasión. Así llegó a perder buena parte de su superficie. Hoy varios grupos de estas personas, en su mayoría argentinos, han replegado a los nativos a una superficie de 15.000 hectáreas. El objetivo es recuperar las 15.000 hectáreas ocupadas. En eso trabaja el Instituto Paraguayo del Indígena.

Otro anhelo de los nativos es certificar gran parte de su territorio actual para beneficiarse con la Ley 3001/2006, que otorga importantes beneficios a los propietarios que preservan sus recursos forestales. Con esta categoría hasta recibirían cerca de 2.000.000 de guaraníes por hectárea. Pero para llegar a esta meta, primero se debe titular la tierra y luego trabajar con la Secretaría del Ambiente, conseguir la certificación y posteriormente colocarla en mercado. Los infractores de las leyes que preservan los recursos naturales, así como las binacionales, las petroleras y el MOPC, entre otros están obligados a adquirir estas certificaciones para compensar el daño al medio ambiente.

En sus proyectos y en estos trámites los nativos están recibiendo el asesoramiento de la Fundación Yvy Porã, la Comisión Nacional de Defensa de los Recursos Naturales, la Seam y el Indi.

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