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Los médicos y autoridades del Instituto de Previsión Social, encabezados por su presidente, el doctor Luis Alberto López González, siguen burlándose de los asegurados.
El pasillo de la sala de urgencias es el principal centro de atención de los que acuden al centro asistencial. Los aportantes de la previsional deben soportar todo tipo de humillaciones. Algunos, que tienen suerte, son asistidos esporádicamente por los doctores y enfermeras.
Los parientes de algunos políticos que vienen con recomendación consiguen rápidamente una cama. Los otros, los que no tienen ningún santo a quien prenderle vela, son colocados en camillas o tirados en sillas de rueda.
Pero la odisea y la humillación de los asegurados no terminan allí. Si llegan a ser atendidos por los clínicos y sufren de problemas cardiacos o requieren de algún estudio, deben esperar un milagro para lograr su objetivo. Anoche estuvimos en el Hospital Central del IPS y, según nos comentaron algunos pacientes, desde el pasado viernes están esperando la visita de un cardiólogo.
El Dr. López, quien hace más de ocho meses ocupa el cargo de presidente de IPS, en una entrevista había asegurado que entre sus principales objetivos figuraban la eliminación de los pacientes internados en los pasillos y mejorar la atención. Pero la realidad está lejos de sus promesas. En el pabellón de urgencias, en los pasillos se aglomeran los enfermos, en las salas las paredes se caen a pedazos y las quejas de los asegurados se convierten en lamentos.
Ante la pésima administración de López y el lamentable servicio que ofrece la previsional en el interior del país, los empresarios del departamento de Itapúa están analizando la posibilidad de exigir no aportar más al IPS y pagar un seguro privado.
El pasillo de la sala de urgencias es el principal centro de atención de los que acuden al centro asistencial. Los aportantes de la previsional deben soportar todo tipo de humillaciones. Algunos, que tienen suerte, son asistidos esporádicamente por los doctores y enfermeras.
Los parientes de algunos políticos que vienen con recomendación consiguen rápidamente una cama. Los otros, los que no tienen ningún santo a quien prenderle vela, son colocados en camillas o tirados en sillas de rueda.
Pero la odisea y la humillación de los asegurados no terminan allí. Si llegan a ser atendidos por los clínicos y sufren de problemas cardiacos o requieren de algún estudio, deben esperar un milagro para lograr su objetivo. Anoche estuvimos en el Hospital Central del IPS y, según nos comentaron algunos pacientes, desde el pasado viernes están esperando la visita de un cardiólogo.
El Dr. López, quien hace más de ocho meses ocupa el cargo de presidente de IPS, en una entrevista había asegurado que entre sus principales objetivos figuraban la eliminación de los pacientes internados en los pasillos y mejorar la atención. Pero la realidad está lejos de sus promesas. En el pabellón de urgencias, en los pasillos se aglomeran los enfermos, en las salas las paredes se caen a pedazos y las quejas de los asegurados se convierten en lamentos.
Ante la pésima administración de López y el lamentable servicio que ofrece la previsional en el interior del país, los empresarios del departamento de Itapúa están analizando la posibilidad de exigir no aportar más al IPS y pagar un seguro privado.