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Rezamos todos: Te damos gracias, Padre Santo, por María Inmaculada, modelo de fidelidad a la ley de la vida en Cristo Jesús. Que ella sea nuestro ejemplo de fe gozosa y firme para lograr una entrega total a tu voluntad y ser así portadores de la paz mesiánica.
Animador: Todos decimos: Dios te salve María.... (se canta María de Nazareth).
Lectura bíblica: Lc. 1, 26-38
Reflexionamos
Escuche a un sacerdote misionero sobre un caso que le impresionó bastante: "Le llamaron para asistir a una mujer enferma que ya estaba en coma... Cuatro horas de camino a caballo llevándole la santa unción. Cuando llegó anunciaron: ya ha llegado el pai, alguien exclamó: como que se despertó la señora cuyo nombre era Jacinta. Al entrar en el ranchito, el saludo de la enferma fue: "¡Bendito sea Dios, qué bueno es conmigo!" Y allí mismo hizo su confesión pública: "Cuando tenía 15 años me junté con este hombre, Padre. Es que no había ningún padre por estos lugares. Y en estos 20 años que llevamos juntos, yo nunca he ido al pueblo: los hijos me tomaban todo el tiempo... usted sabe Padre. Yo nunca he hecho mal a nadie. Somos muy pobres (efectivamente ni siquiera una cama para la enferma había en aquel ranchito), pero ningún necesitado que ha llegado a mi casa se ha ido sin comer lo que tuviéramos, Padre. Eso es todo. Dame el perdón de Dios. Y así voy tranquila".
Al enterarse María del embarazo de su pariente Isabel, se puso en camino inmediatamente para ir a ayudarla. Mujer solidaria en el ayudar, en el ponerse a servir al necesitado. María de Nazareth, ante el privilegio de haber sido elegida para ser la madre de Dios encarnado, no se queda extasiada, fuera de sí por la alegría. No permanece pasiva, encerrada en su mundo de jovencita embarazada que necesitaba atención, cuidados, mimos. No se lanza a publicar su privilegio y alegría. María sale de su mundo, de sí misma y viaja a toda prisa para ayudar a Isabel. No hay divorcio entre la fe y la vida de María. Mujer solidaria que cree en el Dios solidario.
Mujer solidaria al lado de su hijo que muere en la cruz. La solidaridad lleva a Dios a hacerse hombre en Jesús de Nazareth. Jesús es el Dios solidario y, por eso, liberador del mal que pesa sobre la vida del hombre bajo diversas formas y medidas. Esa solidaridad liberadora del Dios de la vida lleva a Jesús a la pasión y a la cruz. María, que había aceptado plenamente en su corazón y en su vida al Dios solidario y salvador, está junto a la cruz donde agoniza su hijo, preso por causa de la injusticia, torturado y condenado (Jn. 19, 25-27). Para ser hombres y mujeres según el corazón de Dios, hay que ser solidarios como María, como Jesús. Juan Pablo II, en su carta pastoral "Sollicitudo rei sociales", dice: "María Santísima, nuestra madre y reina, es la que, dirigiéndose a su Hijo, dice: No tienen vino y es también la que alaba a Dios, a Dios Padre, porque derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada (Lc. 1, 53-52). Su solicitud maternal se interesa por los aspectos personales y sociales de la vida de los hombres de la tierra".
Vamos a compartir
¿En qué se parece Jacinta a María de Nazareth? ¿Qué hizo María a favor de unos novios pobres?
¿Cuáles son las actitudes concretas que atentan en nuestra sociedad contra la solidaridad?
¿En qué cosas (en la familia, barrio, trabajo...) puedes ser solidario (colaborador, ayudar, servir, compartir...) con los demás en tu vida hoy?
¿Puedes concretar y hacer algo?
Vamos a rezar
Para que todos los que formamos la Iglesia estemos siempre atentos a escuchar el dolor de aquellos que sufren y seamos los defensores valientes de los pobres. Oremos.
Por nuestras autoridades: para que procuren con tenacidad la solución de los grandes problemas -educación, vivienda, salarios- que afectan a la familia. Oremos.
Por las familias desunidas, por las familias que sufren: para que reciban ayuda y consuelo, fruto de la solidaridad cristiana. Oremos.
Por las nuevas familias: para que puedan disponer de una casa acogedora en la que no falte la salud, la serenidad y la capacidad de difundir el mensaje de esperanza y de paz de Cristo. Oremos.
Compromiso evangélico
Nos interesamos en conocer la situación de nuestros vecinos que no comparten esta Navidad en Familia. Formamos un grupo que les visite y les motive a asistir y compartir con nosotros estos encuentros.
Oración final
Animador: Al concluir nuestro encuentro, demos gracias por la participación de todos ustedes. Pidamos a María, la madre que esperó con alegría el nacimiento de su hijo, que tengamos también nosotros la misma esperanza alegre en el nacimiento del Niño Dios.
Todos: Señor, envíanos el Espíritu Santo para que nos transforme y podamos, junto con María, dar frutos de amor, bondad, equidad, mansedumbre, justicia y unidad, celo audaz por la justicia y un esfuerzo inacabable por la unión de los cristianos al servicio de toda la humanidad redimida.
Todos: Inmaculada Concepción de María, danos un corazón limpio.
Rezamos todos: María, Madre de Jesús, acompaña nuestro vivir diario para que experimentemos el gozo de Dios; protege nuestros hogares, que haya amor y comprensión; e intercede también por nuestra patria y el mundo entero para que reinen la paz y la justicia.
Que la Inmaculada Concepción de María nos obtenga la bendición constante de Dios; en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Se canta una canción mariana.
Animador: Todos decimos: Dios te salve María.... (se canta María de Nazareth).
Lectura bíblica: Lc. 1, 26-38
Reflexionamos
Escuche a un sacerdote misionero sobre un caso que le impresionó bastante: "Le llamaron para asistir a una mujer enferma que ya estaba en coma... Cuatro horas de camino a caballo llevándole la santa unción. Cuando llegó anunciaron: ya ha llegado el pai, alguien exclamó: como que se despertó la señora cuyo nombre era Jacinta. Al entrar en el ranchito, el saludo de la enferma fue: "¡Bendito sea Dios, qué bueno es conmigo!" Y allí mismo hizo su confesión pública: "Cuando tenía 15 años me junté con este hombre, Padre. Es que no había ningún padre por estos lugares. Y en estos 20 años que llevamos juntos, yo nunca he ido al pueblo: los hijos me tomaban todo el tiempo... usted sabe Padre. Yo nunca he hecho mal a nadie. Somos muy pobres (efectivamente ni siquiera una cama para la enferma había en aquel ranchito), pero ningún necesitado que ha llegado a mi casa se ha ido sin comer lo que tuviéramos, Padre. Eso es todo. Dame el perdón de Dios. Y así voy tranquila".
Al enterarse María del embarazo de su pariente Isabel, se puso en camino inmediatamente para ir a ayudarla. Mujer solidaria en el ayudar, en el ponerse a servir al necesitado. María de Nazareth, ante el privilegio de haber sido elegida para ser la madre de Dios encarnado, no se queda extasiada, fuera de sí por la alegría. No permanece pasiva, encerrada en su mundo de jovencita embarazada que necesitaba atención, cuidados, mimos. No se lanza a publicar su privilegio y alegría. María sale de su mundo, de sí misma y viaja a toda prisa para ayudar a Isabel. No hay divorcio entre la fe y la vida de María. Mujer solidaria que cree en el Dios solidario.
Mujer solidaria al lado de su hijo que muere en la cruz. La solidaridad lleva a Dios a hacerse hombre en Jesús de Nazareth. Jesús es el Dios solidario y, por eso, liberador del mal que pesa sobre la vida del hombre bajo diversas formas y medidas. Esa solidaridad liberadora del Dios de la vida lleva a Jesús a la pasión y a la cruz. María, que había aceptado plenamente en su corazón y en su vida al Dios solidario y salvador, está junto a la cruz donde agoniza su hijo, preso por causa de la injusticia, torturado y condenado (Jn. 19, 25-27). Para ser hombres y mujeres según el corazón de Dios, hay que ser solidarios como María, como Jesús. Juan Pablo II, en su carta pastoral "Sollicitudo rei sociales", dice: "María Santísima, nuestra madre y reina, es la que, dirigiéndose a su Hijo, dice: No tienen vino y es también la que alaba a Dios, a Dios Padre, porque derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada (Lc. 1, 53-52). Su solicitud maternal se interesa por los aspectos personales y sociales de la vida de los hombres de la tierra".
Vamos a compartir
¿En qué se parece Jacinta a María de Nazareth? ¿Qué hizo María a favor de unos novios pobres?
¿Cuáles son las actitudes concretas que atentan en nuestra sociedad contra la solidaridad?
¿En qué cosas (en la familia, barrio, trabajo...) puedes ser solidario (colaborador, ayudar, servir, compartir...) con los demás en tu vida hoy?
¿Puedes concretar y hacer algo?
Vamos a rezar
Para que todos los que formamos la Iglesia estemos siempre atentos a escuchar el dolor de aquellos que sufren y seamos los defensores valientes de los pobres. Oremos.
Por nuestras autoridades: para que procuren con tenacidad la solución de los grandes problemas -educación, vivienda, salarios- que afectan a la familia. Oremos.
Por las familias desunidas, por las familias que sufren: para que reciban ayuda y consuelo, fruto de la solidaridad cristiana. Oremos.
Por las nuevas familias: para que puedan disponer de una casa acogedora en la que no falte la salud, la serenidad y la capacidad de difundir el mensaje de esperanza y de paz de Cristo. Oremos.
Compromiso evangélico
Nos interesamos en conocer la situación de nuestros vecinos que no comparten esta Navidad en Familia. Formamos un grupo que les visite y les motive a asistir y compartir con nosotros estos encuentros.
Oración final
Animador: Al concluir nuestro encuentro, demos gracias por la participación de todos ustedes. Pidamos a María, la madre que esperó con alegría el nacimiento de su hijo, que tengamos también nosotros la misma esperanza alegre en el nacimiento del Niño Dios.
Todos: Señor, envíanos el Espíritu Santo para que nos transforme y podamos, junto con María, dar frutos de amor, bondad, equidad, mansedumbre, justicia y unidad, celo audaz por la justicia y un esfuerzo inacabable por la unión de los cristianos al servicio de toda la humanidad redimida.
Todos: Inmaculada Concepción de María, danos un corazón limpio.
Rezamos todos: María, Madre de Jesús, acompaña nuestro vivir diario para que experimentemos el gozo de Dios; protege nuestros hogares, que haya amor y comprensión; e intercede también por nuestra patria y el mundo entero para que reinen la paz y la justicia.
Que la Inmaculada Concepción de María nos obtenga la bendición constante de Dios; en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Se canta una canción mariana.