Maestra de Etiqueta: "Las reglas nos afianzan como personas"

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En Argentina la llaman "Miss Manners" y es una personalidad en la buena educación. Eugenia de Chikoff tiene larga data como maestra de etiqueta, ceremonial y protocolo. El próximo 9 de mayo estará por primera vez en Asunción para dar 2 clases magistrales. Correctísima, obviamente, nos brindó una entrevista desde Buenos Aires.

 

Tener a una descendiente de la nobleza rusa en nuestra ciudad no es poca cosa, sobre todo cuando se trata de una mujer firme como lo es la señorita Eugenia. Señorita, apropiadamente, porque no está casada. "Iba a casarme una vez con un hombre de una gran cultura y muy buena persona –revela–, pero mi padre me hizo ver que mi novio tenía feas manos. Ahí se quebró mi admiración. El complejo de Elektra pudo más". "Yo tengo más besos en la cara que cualquier mujer", repunta luego recordando al cariño de la gente que la saluda en las calles porteñas. Eugenia nació en Buenos Aires y se educó en Europa; ha recorrido prácticamente todo el mundo y habla 9 idiomas, aunque prefiere decir que se comunica fácilmente con todos los seres de la Tierra. Es hija del célebre conde Eugenio de Chikoff (ruso, luego adoptó la nacionalidad argentina), quien llegó a la Argentina en 1917 "por un par de semanas, esperando que pasara la revolución bolchevique", según le pronosticó que sucedería un argentino que conoció en París. El conde de Chikoff en los años 20 era, debido a sus exquisitos modales y sus enseñanzas de baile, gimnasia y patinaje sobre hielo, muy reconocido en la sociedad aristocrática de Buenos Aires. Eugenia heredó la sabiduría del conde, no obstante resalta la dureza, por momentos, de la relación: "Era difícil convivir con mi padre. Cualquier silla le servía de trono, y cuando se le caían los lentes, hacía que se los levantaran. El era conde y no se agachaba".   

Hoy Eugenia da clases en el CETAE (institución avalada por la Universidad de Buenos Aires). "Trabajo de manera independiente. Hace 8 años me invitaron a dar un curso de Cultura Social, Buenos Modales y Cortesía. Tuve un éxito descomunal que continúa hasta hoy, gracias a Dios". Su maestría de finos modales no le quita el nacionalismo, se dice "del pueblo". Habita un piso céntrico donde disfruta de una soledad privilegiada con sus libros de filosofía, historia y religiones. "Cada uno es como un amante distinto. Si no me gusta uno, lo dejo y agarro otro", simplifica. (Fuente digital: Wikipedia, Clarín y La Nación)   

Alegría por conocer Paraguay

Eugenia de Chikoff viene invitada por la Escuela de Etiqueta. "He tenido la suerte de conocer la frontera de Paraguay en tiempo de mi querido padre, cuando viajamos a las Cataratas del Yguazú para festejar sus 85 años. Ahora tendré la alegría de conocer vuestro legendario y hermoso país, con sus habitantes generosos, hospitalarios, con un carisma nacido de su sinfónico idioma guaraní, y donde las buenas costumbres de su cultura milenaria más su topografía llenan de encanto y poesía".   

–¿Los buenos modales nos diferencian de los demás?   

–Cada persona tiene modales ya que la madre es la primera maestra. Pero no siempre alcanza para poder tener seguridad en la vida. Es entonces cuando la persona inteligente acude a instituciones idóneas para saber más y conocer las reglas correctas para incorporarlas y sentirse bien. Sin embargo, jamás es para diferenciarse de los demás, sino para afirmarse como persona y tener la garantía de estar ubicada. Desde luego no es asunto baladí. Cuesta ser un caballero o una dama, cuando se logra el éxito está asegurado tanto en sociedad como comercialmente, siempre y cuando la instrucción acompañe.   
   
–¿Qué heredó usted de su primera maestra? En su biografía solo encontramos sobre su padre.   

–Sí, mi padre fue mi maestro. Nacido en la Rusia de los Zares donde la educación era predominante. Mi madre era una santa, un monumento de virtudes. Sin embargo, no fue feliz en el matrimonio. Mi padre era muy diferente, era como querer unir un terráqueo con un extraterrestre. Se separaron cuando yo tenía apenas 4 años. Ella, a través de la religión, me incrustó en la mente pautas y reglas inolvidables que hicieron que jamás tuviera un escote abierto, mangas cortas o afeites en el rostro. Me educaron las monjas de la orden de Santa Otilia, que me transformaron en lo que soy: severa y solitaria. Adoré a mi madre, pero me tocó vivir con mi padre. Ella en Francia, yo en mi tierra la República Argentina: Maktub (Destino).   

–Entre sus ideales lleva una lucha denodada por el castellano. ¿Cree poder contra la globalización, la masificación –moderna tal vez, pero condensante al fin–?   

–Lucho contra las palabras groseras, no otorgan laureles. Me disgusta la exhibición del léxico extranjero en los negocios. ¿Por qué no expresarse en español? Pienso que las cosas pueden cambiar, razón por la cual insisto. Uno mismo también puede cambiar, todo depende de nuestra voluntad que es milagrosa. Los exponentes de la educación tendrían que ser el ejemplo de lo que preconizan. Personalmente no temo a la globalización. Creo en el hombre del 2011, porque sabe discernir entre lo que vale y lo que es superfluo.   
   
–Hombre y mujer: ¿Por qué es tan terrible preguntarle la edad a una dama? ¿La igualdad no incluye el mismo trato?   

–Querida amiga, no diría terrible. Preguntar la edad a una dama es de mal gusto. ¿A quién le gusta oficialmente ser considerada vieja? La edad no es un número. Uno tiene la edad de sus arterias y memoria. La parca no sabe calcular: Se lleva al de cualquier edad. La igualdad no tiene que ver con la falta de educación. Una persona educada nunca pone en jaque a su interlocutor, sabe respetar porque se respeta a sí mismo. La igualdad en el trabajo no impide a la mujer ser seductora, al contrario, maneja aún un poder mayor que abrir puertas. Si tratamos bien al varón, este será caballero. Si lo atropellamos, el resultado será la rebeldía: no nos acercará la silla y mucho menos nos dará el asiento en el colectivo. Recogemos lo que sembramos. Aconsejo saber más que el varón, pero jamás hacérselo sentir porque correríamos el riesgo de ir rumbo al divorcio. Manejar el sentido común puede dar óptimos resultados.   
   
–Cuéntenos, ¿pasó alguna vez algún "trágame tierra"?

–Nunca tuve hasta hoy lo que usted define tan bellamente "trágame tierra", ya que la educación enseña lo que uno debe decir y lo que uno debe callar: Pasaporte que evita cometer errores garrafales en sociedad.   
   
–¿Cómo reconoce a futuros buenos alumnos?   

–El estudiante que maneja la puntualidad, el saludo al entrar en el aula, el atuendo y el aseo correcto, y que maneja a posteriori preguntas inteligentes, será un buen alumno, siempre y cuando el maestro sepa transmitir su capacidad con amor. Esto es la llave del éxito en la enseñanza para ofrecer a la sociedad un hombre instruido y educado.

"Si tratamos bien al varón, este será caballero. Si lo atropellamos, el resultado será la rebeldía".
  
Consejos para disfrutar de una fiesta

No se deben hacer preguntas, sino aprender a escuchar para saber responder. No hablar del prójimo como si estuviese presente.   

Jamás preguntar a una dama el precio de una cartera que exhibe o perfume que trae. Jamás decir: "Que pálida estás, ¿estuviste enferma?".   

Nunca criticar a los anfitriones si algo no es como tendría que ser.   
   
Si un hombre es divorciado jamás preguntarle por su ex ni por sus hijos, tratarlo como si fuese soltero. Si algo de su expresión externa no es de nuestro gusto sonría al mal destino y no se le ocurra dar consejos.   
   
El varón cuando está con una dama debe evitar alabar a otra. No conversar sobre religión ni política; son temas que pueden llevar a la discordia. Una fiesta debe ser una fiesta y respetada como tal.   

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