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Más que un barrio, Loma San Jerónimo hace creer al visitante que es una familia y que el que llega puede ser parte de ella. Al entrar caminando, uno recibe un “buenos días” desde una ventana, “¿Cómo está?” desde otra, hasta que en solo unos metros se encuentra con la escalinata, minuciosamente hecha para transmitir alegría, y que se volvió en un símbolo del lugar.
Muchos de los hogares están unidos entre sí por lazos familiares. “Somos una familia grande porque por más de que tengamos rejas y portones, podemos ir a entrar a la casa de ella, que es mi tía, o de él, que es mi sobrino”, comenta Fátima Medina, quien tiene el comercio “La casa de Ña Rubia”.
Cuando el Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones (MOPC) con un proyecto convirtió a la Loma San Jerónimo hace siete años en un lugar turístico, Fátima y su hija decidieron ser parte de ese cambio. De lunes a viernes trabajan en la oficina, y los fines de semana también trabajan, pero en casa, para ofrecer merienda a los turistas.
De niña, Fátima participó de la construcción del Centro Educativo San Jerónimo, situado dentro del Oratorio. Primero iba a misa y luego de ello, se quedaba a acarrear ladrillos para ayudar en los trabajos, así como los otros niños.
El boom en el Facebook
“Desde que salió en el Facebook viene gente de todo el mundo”, expresó Tía Mami, de 75 años, con un halo de orgullo inocente. Su nombre verdadero es Victoria Ovelar y vive en Loma San Jerónimo desde el 60. Su casa se encuentra al término de la escalinata y vende alfombritas.
Recuerda que al expresidente Alfredo Stroessner le gustaba mucho el lugar, por lo que los visitaba frecuentemente. Relata que él fue el que mandó construir la escalinata, porque el agua que caía por el lugar ponía en peligro a las casas de todos. Décadas después la artista Laura Godí le daría vida haciendo arte con azulejos y dejándola como la conocemos ahora.
Según Tía Mami, en los años 80 se abrieron y asfaltaron las calles, porque antes había solo pasillos. “Él (Stroessner) me dijo que titule mi casa y todos le hicimos caso. Ahí empezamos a ser legales, por eso nunca se nos echó y el barrio vive”, expresó. Frente a su hogar se encuentra la casa más antigua del lugar, que pertenece a Digna de Céspedes y se construyó hace tres décadas. Lo que la hace especial es su material de adobe.
Según datos que nos facilitó el Cap.(R) Jaime Grau Paolini, el sitio tomó el nombre de la congregación de los Jerónimos, que se ubicaron al pie de la loma. Arriba estaba el “fuerte de los Jerónimos”, que era una batería con cuatro cañones que servía para alertar y defender al centro de la ciudad ante posibles ataques. La población se fue ubicando en el entorno.
lia.barrios@abc.com.py/ pgomez@abc.com.py