Los secretos del lucero del alba

Al amanecer podemos ver una estrella muy brillante sobre el horizonte por donde sale el Sol. Su llamativo brillo se parece al de un farol, casi sin titilar. Si la observamos durante varias semanas -siempre a la misma hora- podemos ver que anda entre las otras estrellas. Pero llega un día en que desaparece, y después reaparece al comienzo de la noche, en el horizonte opuesto. Y varios meses después, vuelve al este, para anunciar el alba. Esta extraña luz ha seducido a varias civilizaciones y el deseo de descubrir sus secretos ha dado impulso a algunas de las mayores aventuras de investigación de la historia.

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En el Museo Británico existe una tabla de arcilla con registros de observaciones de esta singular estrella por la civilización babilónica, hace 3.500 años. El brillo intenso y los extraños movimientos convencieron a los babilonios de que era una diosa muy poderosa. Siglos después, los griegos creyeron ver en su luz una resplandeciente mujer y aseguraron que era la diosa del amor y de la belleza. La llamaron Afrodita, conocida por los romanos como Venus.

Solo en el año de 1610, Galileo Galilei apuntó el recién inventado telescopio para ver qué realmente es y descubrió algo mucho más terrenal: Venus es una esfera, y tiene fases como la Luna. Pero al compararla con el satélite natural de la Tierra descubrió que Venus no giraba alrededor de nosotros, sino del Sol.

Este hallazgo de Galileo, junto con su descubrimiento de los satélites que giran alrededor de Júpiter, está de acuerdo con la teoría de Nicolás Copérnico, de que la Tierra no era el centro del Universo, como se creía. Y si no estamos en el centro de la Creación, entonces el Universo no fue hecho para nosotros, como garantiza la Biblia. Por haberle hecho caso a lo que veían sus ojos y no a lo que estaba escrito en el libro sagrado, Galileo fue perseguido por la Iglesia y mandado a prisión. A pesar de esto, otros comenzaron a imitarlo y hoy su manera de pensar está ampliamente difundida: para conocer la verdad hay que observar el mundo y no contentarnos con lo que otros dijeron o escribieron. Esta anécdota marca el nacimiento de la ciencia moderna.

PRIMEROS ESTUDIOS Y ESPECULACIONES

Desde entonces hemos estudiado a Venus con telescopios más y más potentes, pero no fue posible observar nada nuevo: seguimos viendo una gran bola, sin detalles en la superficie. Correctamente, se interpretó que Venus tiene una espesa capa de nubes que cubre todo el planeta. A comienzos del siglo XX, nadie dudaba de que todas esas nubes eran de agua, por lo que se pensó que Venus era un planeta muy húmedo. Muchos comenzaron a compararlo con un pantano de la Tierra prehistórica, quizá hasta con monstruos anfibios. Especulación muy interesante, pero tal vez demasiado arriesgada, teniendo en cuenta que, en primer lugar, no estábamos viendo nada. Después, en los años 30, se propuso que Venus en realidad sería árido y que las nubes no eran otra cosa que una tempestad de arena muy prolongada. Aunque las expectativas disminuyeron, muchos todavía lo consideraban habitable, y algunos inclusive habitado: cuando empezó a hablarse de platillos voladores, a mitad de siglo XX, había quien aseguraba que venían de Venus, cuya civilización estaría dominada por mujeres. Nada fue probado y las observaciones continuaron.

A través de un análisis sofisticado del color de Venus, se descubrió que en su atmósfera hay grandes cantidades de anhídrido carbónico (CO2), con lo que otros panoramas fueron imaginados: si el planeta era húmedo, entonces sus océanos estarían saturados de este gas, como en las bebidas gaseosas. Se descubrieron también señales de azufre, común en el petróleo, por lo que muchos defensores de un Venus árido especularon que el planeta entero sería un gigantesco Texas o Medio Oriente.

RADIOTELESCOPIOS Y SONDAS

A fines de los años 50, usando gigantescas antenas (o radiotelescopios) se descubrió que Venus es una poderosa fuente natural de ondas de radio. Debido a que cualquier objeto caliente emite ondas de radio, se concluyó que Venus debe estar a altísimas temperaturas, más caliente que un horno de cocina. En 1962, la primera sonda interplanetaria exitosa, la Mariner 2 de la NASA, llegó a las cercanías de Venus después de 8 meses de viaje y confirmó que las ondas de radio provienen de la superficie y no de un campo magnético alrededor del planeta. En realidad, el suelo de Venus es lo que se mantiene candente, por así decirlo. A partir de 1967, los soviéticos intentaron hacer descender sondas Venera, pero estas dejaban de operar mientras bajaban por la insoportable atmósfera. Otras sondas continuaron estudiando Venus desde arriba, y mostraron diferentes capas de nubes, hechas de agua combinada con azufre, es decir, ácido sulfúrico. Las mediciones mostraron que la temperatura no disminuye a la noche, ni tampoco yendo hacia los polos.

En 1975, una reforzada Venera 9 llegó al suelo y consiguió trasmitir por breves minutos. Apenas dio tiempo de enviar una única fotografía, que muestra rocas volcánicas corroídas por los ácidos, a una temperatura de 470 grados Celsius y una presión 90 veces superior a la que tenemos aquí en la superficie de la Tierra. El aire es tan espeso que la visibilidad no pasa de unas centenas de metros. Otras Veneras enviaron datos semejantes y fotos del cielo amarillo.

A fines de los 70, con ayuda de otra misión estadounidense, la Pioneer Venus, conseguimos entender mejor esta terrible atmósfera: la espesa capa de aire de 96% CO2 atrapa el calor del Sol, generando lo que conocemos como efecto invernadero.

MAPA DEL INFIERNO

La única manera que tenemos de confeccionar mapas de Venus es con radar. Los primeros experimentos detectaron grandes extensiones de terreno elevado semejante a continentes y terreno bajo comparable al suelo marino. Finalmente, en la década de los 90 la sonda estadounidense Magellan usó un sofisticado radar militar, capaz de recrear imágenes con calidad fotográfica. Por primera vez, surgió el verdadero Venus: volcanes por doquier, valles llenos de lava, ríos de lava que se extendieron por miles de kilómetros, extrañas formaciones geológicas parecidas a burbujas, a tortillas, a flores y hasta a arañas, todas ellas de origen volcánico. Venus es un mundo completamente moldeado por el vulcanismo. Más que Diosa del Amor, es un lugar semejante al infierno.

La facilidad con que la lava salió al exterior podría deberse a que la superficie estaría demasiado ablandada por el aire tan caliente. Sorprendentemente, por debajo de la superficie Venus es el planeta conocido que más se parece a la Tierra: su composición química, estructura interior, densidad, tamaño, masa, fuerza de gravedad y distancia al Sol son muy parecidos. La diferencia fundamental está en la atmósfera.

No tenemos idea de por qué se volvió tan diferente, aunque sabemos que la clave es el CO2. En una época en que nosotros mismos estamos aumentado el nivel de CO2 en la atmósfera de la Tierra a través de la quema de bosques y de derivados del petróleo, este misterio revela lo poco que entendemos las atmósferas planetarias y alerta acerca de lo arriesgado de hacer experimentos, tal vez irreversibles, con nuestra propia atmósfera.

LA VISION ACTUAL

Hoy, cuando miro al lucero del alba, no intento ver una hermosa mujer o una poderosa diosa. Imagino a las pequeñas naves de metal, plástico y cerámica construidas con tanto esfuerzo por nuestras torpes manos, y que de alguna manera las hacemos viajar millones de kilómetros a través del espacio interplanetario, enfrentando toda clase de riesgos, hasta que débilmente comiencen a transmitir los datos que nos ayudan a descubrir, después de miles de años de especulación, la verdadera naturaleza de ese lugar, que antes considerábamos simplemente una extraña luz en el cielo. Sinceramente, esta hazaña me parece mucho más fantástica que cualquier relato mitológico.

Principales números del planeta

Diámetro: 12.104 kilómetros.
Masa: 4.868 trillones de toneladas
Densidad relativa: 5.2
Estructura interior: Núcleo metálico, manto fluido, corteza rocosa.
Composición química: Oxidos de hierro, silicio, magnesio, níquel, azufre, calcio, aluminio.
Presión atmosférica: 92.000 hPa
Composición atmosférica: 96,5% anhidrido carbónico; 3,5% nitrógeno; Además dióxido de azufre, argón, agua, monóxido de carbono, Helio, Neón.
Temperatura superficial: 464 grados Celsius.
Distancia media al Sol: 108 millones de kilómetros
Duración del día: 117 días terrestres.
Duración del año: 225 días terrestres.
No tiene satélites naturales.

Cronología de la exploración de Venus:

Cerca de 1500 a.C.

Los babilonios registran sus movimientos en la tabla de Ammisaduqa.

1610
Primera observación con telescopios, por Galileo Galilei.

1932
W. Adams y T. Dunham detectan señales de CO2 en la atmósfera de Venus.

1962
La sonda de sobrevuelo Mariner 2 confirma una altísima temperatura en Venus.

1967
Primer objeto construido por el ser humano en impactar contra otro planeta, la Venera 3.

1975
Primeras imágenes de la superficie de Venus, por la Venera 9.

1978
La misión Pioneer Venus comprueba que la alta temperatura es debida al
efecto invernadero.

1994
La sonda Magellan revela el extenso vulcanismo de la superficie.

2006
La sonda europea Venus Express se apresta a continuar la exploración de Venus.

Aldo Loup aldoloup@hotmail.com
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