Los polos opuestos de un popular y peculiar barrio

En Tacumbú, vasto sector del mapa asunceno que se extiende desde la excantera del desaparecido cerro y el Bañado homónimo hasta Ygatimí y Colón, resaltan los polos opuestos: los vecinos orgullosos que defienden su identidad, por un lado, y quienes prefieren vivir en cualquier otro paraje porque el nombre no les da sentido de pertenencia.

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“Cuando la maestra preguntó: ¿Cuántos cerros tiene Asunción? el alumno respondió: Asunción tiene tres cerros: el cerro Tacumbú, de donde salen las piedras; el cerro Lambaré, de donde salen los burros; y el Cerro... Porteño, de donde salen los choferes”. La pintoresca anécdota fue rescatada por Hipólito Sánchez Quell en su libro “Comentarios”, publicado en 1952.

Antaño el cerro Tacumbú era un paradisiaco lugar en los confines de potreros y chacras asuncenas donde confluían dos caminos reales, según cuenta Luis Verón. Ambos nacían en la Plaza Mayor; la primera, tras pasar por el Convento de la Merced seguía entre las hoy calles Chile y Nuestra Señora de la Asunción hacia la chacra de Juan de Salazar, el fundador de la ciudad. La otra, pasando por el antiguo Hospital Potrero (hoy Militar) bordeaba la Loma del Mangrullo y llegaba hasta el Cerro mismo. 

Numerosas familias asuncenas utilizaban el paraje para los picnics. Pero la naturaleza fue arrasada luego de que el Congreso Nacional aprobara en 1874 el contrato para adoquinado de las calles con piedras basálticas. Uno de los primeros concesionarios fue Francesco Terlizzi, quien para transportar los materiales pétreos para las calles céntricas de Asunción extendió hasta allí la línea tranviaria.

Aureliano Godoy (60) recuerda que trabajó en la cantera hacia los últimos años de su funcionamiento entre 1978 y 1992: “Por las tardes bajábamos con la trituradora para juntar y romper las piedras que se dinamitaban. Luego se cargaba en la zorra o cachapé que iba sobre las vías”.

Como era una tarea insalubre trabajaban en turnos de 6 horas con un salario mensual de G. 45.000.

Luego de cerrarse la cantera se empezaron a poblar los terrenos aledaños. “En la laguna hay tilapia y cocodrilos. Anteriormente se tiraba mucha basura, pero por ahora se cuida más el lugar”, destaca. 

Los vecinos se reúnen en torno al Club y la Capilla Virgen de la Paz que se encuentra en lo que había quedado del Cerro y es sitio de reunión todas las tardes.

Óscar Valdez (52) asegura que los lugareños se sienten muy identificados con el sitio y que gracias a la unión entre los vecinos es muy concurrido por los visitantes. Destacó que actualmente tienen mayor seguridad en el sector donde todos los viernes se reza el rosario y los domingos hay misa.

“Nosotros cuidamos el lugar y estamos pendientes para ayudar a la gente que visita. Se entra por 20 Proyectadas”, comenta.

La principal queja de los vecinos es que los camiones recolectores no todas las veces ingresan al área donde se colocan las bolsas. 

Varios jóvenes del barrio que viven cerca del mirador de la excantera consideran que el punto puede ser visitado por los turistas pues ellos mismos se encargan de custodiarlo.

La denominación más común de las calles sigue siendo el de las Proyectadas empezando en Primera (Lugano) y concluyendo en 24 Proyectadas (Sebastián Gaboto). Una calle muy conocida es la Avda. Chiang Kai Shek (ex Diagonal Tacumbú) que durante mucho tiempo fue un gran zanjón y yuyal que fue empedrado y hermoseado con el esfuerzo de los vecinos que lo empalmaron a Colón en 1979.

 

pgomez@abc.com.py

Fotos: Diego Fleitas y Arcenio Acuña

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