Los exdirectores del Mercado de Abasto tienen buen pasar económico

Iván Arévalos, director del Abasto durante la intendencia de Arnaldo Samaniego (ANR) y Víctor “Oti” Sánchez, quien ayer presentó renuncia al intendente Mario Ferreiro hicieron millonarias inversiones en bienes. Arévalos aseguró que sus inversiones no fueron mediante los cargos que ocupó en la función pública. Trabaja desde los 11 años, dijo. Sánchez ignoró nuestra pregunta.

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El ahora renunciante director del Mercado de Abasto, Víctor Otilio Sánchez, posee dos camionetas que cuestan unos G. 290 millones cada una (Toyota Hilux y Ssangyong). Asumió la dirección del Abasto en diciembre de 2015 con Mario Ferreiro.

Su hija Lía Yerutí (23), estudiante de la carrera de Comercio Internacional, compró dos camiones Scania que “prestan servicio gratis” al Abasto, según su padre. Todas las mañanas los camiones retiran toneladas de basura del mercado y los traslada a Cateura. De acuerdo a los precios del mercado cada camión volquete cuesta unos G. 300 millones. Solo en estos cuatro rodados la familia Sánchez gastó más de G. 1.000 millones.

Lía dijo que consiguió un préstamo de la asociación de empleados de Heisecke y Cía, firma en la que trabaja desde hace tres años por un salario de G. 4.400.000 al mes. Su madre Nery Mendoza es funcionaria de la Comuna y su sueldo es de G. 5.000.000.

Iván Arévalos, quien estuvo poco más de tres años en la dirección del Abasto, construye una coqueta residencia en Lambaré. Posee una empresa y un edificio de cuatro pisos. Todo lo que tiene consiguió trabajando, aseguró a ABC. Arévalos, presidente de la Seccional 16, fue procesado cuando era concejal de Asunción. Viajó junto a un grupo de concejales de la capital a Cancún para participar de un Congreso que concluyó semanas antes de que saliera del país.

Tanto Arévalos como Sánchez estaban al tanto del sistema corrupto que impera en Abasto desde hace décadas, como por ejemplo, los alquileres mau o subarrendamientos de locales. Los permisionarios del Mercado subalquilan los espacios hasta a seis personas. Esta práctica corrupta mueve un dinero negro que rondaría G. 3.000 millones al mes, que en un año significan poco más de G. 30.000 millones. Ninguno paró esta corrupción.

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