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La palabra “mandala” viene del sánscrito y significa “círculo mágico”. El gran psicólogo Carl Gustav Jung investigó durante años este símbolo. Basándose en los sueños que sus pacientes le contaban y dibujaban, llegó a la conclusión psicológica de que es una forma que representa la totalidad del alma humana. El mandala simboliza nuestro deseo de relacionarnos con lo divino. Es un dibujo circular compuesto por figuras generalmente geométricas y se lo ha visto en diversas culturas y religiones: budista, hindú, cristiana (en la arquitectura gótica puede apreciarse en las catedrales), en las chacanas del mundo andino y los diagramas del pueblo indígena. Es muy probable que esta universalidad de las figuras mandálicas, se deba a que las formas concéntricas sugieren la idea de la perfección y que el círculo evoque el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza; a partir de un núcleo central giran los opuestos: el bien y el mal, el yin y el yang, lo femenino y lo masculino. “Jung empleó los mandalas como recurso terapéutico para identificar desórdenes emocionales en sus pacientes y trabajar en procura de la integridad de su psiquis”, inicia la Dra. Susana Vázquez.
–¿Por qué se relaciona a los mandalas con la relajación?
–La meditación con mandalas es una técnica del yoga para integrar cuerpo, mente y espíritu a fin de que se pueda desarrollar la unidad entre ellos. Jung asociaba el centro del mandala con la manifestación de la individualidad, concebida como objeto destinado a perfeccionarse, y los contornos representaban el marco social en que se desarrollaba.
–¿De qué manera los utilizamos?
Dibujarlos sirve para iniciar una relajación mental, que puede llevar a la calma, puesto que se realiza un trabajo lúdico que permite, entre otros beneficios, dejar fluir los procesos internos, mejorar la creatividad. No requiere ninguna habilidad especial, ya que se lo puede colorear según las preferencias estéticas e imaginativas. Puede ser plasmado por personas de cualquier edad.
–¿Aun sin habilidad para pintar y dibujar produce un efecto relajante?
–Sí, porque es una práctica sencilla, con muy buenos resultados. Debemos buscar un lugar tranquilo, sentarnos y focalizar toda la atención en el dibujo, nos dará estabilidad mental, ya que equilibra la energía interior. Si no se sabe dibujar, en internet hay muchísimas plantillas de mandalas para colorear, solo hay que elegir el que más nos agrade.
–¿Qué ocurre en nuestra mente durante esta actividad?
La naturaleza de la mente es inquieta, es importante aprender a centrarla suavemente. Se trata de trabajar en algo simple, figuras fáciles, no se necesita pensar, es algo espontáneo.
–¿Es mejor hacerlo solo o en grupo?
–Es igual. Solos o si tenemos hijos, sobrinos, nietos, podemos sentarnos a pintar con ellos, con placer, sin autoexigencias, usando lápices o acrílicos. Nos producirá sensaciones de alegría y paz.
–Entonces, la opción lúdica y relajante de hoy es pintar mandalas.
–Se dice que está de moda, sin embargo, proviene de los albores de la humanidad. Lo importante es recuperar la expresión de uno mismo, esto produce satisfacción, y se nota en la postura relajada de la persona. Darle vida a un mandala es una forma de meditación; es expresar sin entrar en competencia.
Beneficios
- Ayuda a desarrollar la creatividad, la expresión y el autoconocimiento. - Desarrolla la atención y la observación. - Libera las preocupaciones, relaja, calma. - Despierta los sentidos. - Promueve la paciencia. - Mejora la autoestima. - Ayuda a escuchar a la intuición.
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