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La reliquia del santo italiano, guardada en una réplica de la porciúncula (pequeña iglesia), fue presentada durante una reunión de prensa que tuvo lugar en la capilla que lleva su nombre ubicada en el barrio Trinidad.
El arzobispo de Asunción, Mons. Edmundo Valenzuela, calificó de muy importante la visita y explicó que así como se venera a los héroes que están en el Panteón Nacional, en la Iglesia se valora mucho más el amor a las reliquias de los santos mártires.
Invitó a los católicos a manifestar cariño, venerarlo, tributarle culto público y sobre todo imitar sus virtudes como el amor a la eucaristía y la reconciliación. Dijo que su intercesión desde el cielo puede ser muy beneficiosa para el país. “Estamos en tiempos de elecciones y puede ser un regalo grande que este santo nos ayude a discernir, a elegir a personas que busquen la justicia, la dignidad de las personas; que busquen la protección de la vida, de la familia y los derechos humanos; y que busque la paz y la reconciliación entre todos”, indicó.
El obispo castrense, monseñor Adalberto Martínez, también estuvo en la presentación de la reliquia y comentó que en una misa que presidió en la Catedral Castrense se encontraron los corazones de San Roque González y de San Pío.
El superior de los capuchinos, Laercio Ferreira, manifestó su satisfacción por la grata visita en el año en que se recuerda el 30 aniversario de la presencia de los capuchinos en Paraguay.
Por su parte, el hermano Carlos María Laborde, quien vino como custodio desde Italia, calificó de “milagro” la presencia de la reliquia del corazón por primera vez en Paraguay y en esta parte del continente. “Cuando plantearon la venida, pensé que era imposible, pero Dios abrió los caminos y aquí está”, indicó.
La reliquia podrá se apreciada en las misas y en algunas ciudades (ver infografía). Anoche, mucha gente le rindió culto en la misa que se ofició en el convento San Leopoldo de Itá Enramada.
El padre Pío nació en Pietrelcina (Italia) el 25 de mayo de 1887. Partió a la Casa del Padre un 23 de setiembre de 1968 después de murmurar por largas horas “¡Jesús, María!”.