Los abuelos, un tesoro de la familia

Animador: Nos reunimos para prepararnos para la Navidad, nuestra fiesta cristiana. Este año seguiremos dialogando sobre la familia y en especial profundizaremos sobre la fe, en respuesta a la convocatoria realizada por el Papa Benedicto XVI.

Cargando...

Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Señor, danos un renovado impulso para vivir la fe en nuestra familia.

Animador: En esta Navidad Dios hecho Niño se acerca a nosotros, nos muestra su buena voluntad, nos da su gracia, nos invita a la reconciliación, a abrirnos a los demás, de manera especial a los miembros de nuestra familia.

Todos: Señor, danos un renovado impulso para vivir la fe en nuestra familia.
Animador: Virgen María, tú que escuchabas y ponías en práctica las enseñanzas de Jesús, haz que nuestra familia y nuestro país, en esta Navidad, renueve su compromiso de vivir en la unidad y en el amor.

Todos: Señor, danos un renovado impulso para vivir la fe en nuestra familia.
Animador: Recemos juntos el Padre Nuestro y el Ave María.

Canto.

Lectura bíblica: Lc. 2, 27-38
Debido a esta cultura y a otros factores sociales, en ocasiones, los ancianos son para algunos hijos una carga que se pasan de unos a otros y muchos terminan desamparados. Sin embargo, en esta misma sociedad, los abuelos son más protagonistas de lo que parece, pues no pocos de ellos son actualmente una ayuda imprescindible para aquellas parejas de matrimonios jóvenes que, abocadas al trabajo fuera del hogar tanto el marido como la mujer, ven en sus padres el mejor seguro de la educación de sus hijos.

Ahí están las estampas de cada día, de aquel abuelo o abuela que recoge a su nieto a la salida del colegio. Que ayuda en tareas domésticas de la nueva familia de sus hijos, y que en tantas ocasiones –siguiendo la máxima evangélica de “no sepa tu mano izquierda lo que da tu derecha”–, continúan sacrificándose en favor de sus hijos. Pero sobre todo ahora, cuando muchas familias jóvenes sufren, allí están los abuelos compartiendo lo que tienen para ayudar a hijos y nietos.

Esta generación de personas mayores se forjó en los años duros donde todavía no había aparecido la llamada sociedad del bienestar. No tuvieron las comodidades que gozan hoy sus nietos, ni las posibilidades culturales y educativas que tienen sus hijos pues muy pronto conocieron la dureza del trabajo para traer dinero a casa. Son hombres y mujeres hechos a sí mismos, autodidactas, sacrificados, capaces de un aguante sobrehumano y de las más heroicas renuncias. Precisamente son ellos quienes están desempeñando una labor en la transmisión de la fe y de los valores que han configurado la institución natural de la familia. Por esto y por otras muchas razones, los abuelos siguen siendo un gran tesoro de humanidad en todas las tradiciones culturales.

En África se dice que cuando muere un anciano “ha desaparecido una biblioteca”. Los mayores allí son los custodios de la memoria colectiva. En cambio, en occidente, nadie quiere parecer viejo y se ha perdido el respeto a la “vejez venerable”. Pero para un cristiano no está pasado de moda el cuarto mandamiento de la ley de Dios: “honrar al padre y a la madre”, por mucho giro antropológico y cultural que pretendan dar a la familia los poderosos de turno en función de sus intereses políticos, económicos e ideológicos. El reconocimiento universal de este mandamiento conlleva el amor de los hijos a los padres, manifiesta la vinculación entre las generaciones y hace que los mayores se sientan seguros y que no sean considerados un objeto inútil, un estorbo. Por eso, honrar a los padres supone también honrarles cuando lleguen a ser abuelos, acogiéndolos, asistiéndolos y valorando todas sus cualidades.

Es necesario crear una nueva mentalidad respecto de nuestros mayores. En primer lugar, hace falta considerar al anciano en su dignidad de persona.

Luego hay que procurarle una inserción efectiva en el entramado social. No son un peso para la sociedad, si no una fuente de sabiduría y armonía que puede contribuir al bien común. Finalmente, no solo se trata de organizar actividades de ocio para la tercera edad, si no de procurarles una asistencia rica en humanidad e impregnada de valores auténticos.

La tradición cristiana hace coincidir la fiesta litúrgica de San Joaquín y Santa Ana, padres de la Virgen María, con la celebración del Día de los Abuelos. Recordemos el mensaje que Benedicto XVI dirigió a todos los abuelos del mundo en el V Encuentro Mundial de las Familias 2006: “Deseo referirme ahora a los abuelos, tan importantes en las familias. Ellos pueden ser –y son tantas veces– los garantes del afecto y la ternura que todo ser humano necesita dar y recibir.

Ellos dan a los pequeños la perspectiva del tiempo, son memoria y riqueza de las familias. Ojalá que, bajo ningún concepto, sean excluidos del círculo familiar. Son un tesoro que no podemos arrebatarles a las nuevas generaciones, sobre todo cuando dan testimonio de fe ante la cercanía de la muerte”.

Para el diálogo

¿Qué lugar ocupa el abuelo en la familia?
¿Quiénes son los abuelos para los niños?
Como abuelo, ¿es agotador criar niños? 

Oración de los fieles: Por intercesión de Santa Ana y San Joaquín, aconséjanos.

Por el santo padre que, fiel a la llamada vaya transmitiendo mejor su experiencia de Dios. Oremos.

Por las abuelas y los abuelos que son el sostén y el reflejo de la historia, que sigan ejerciendo su rol dentro del hogar. Oremos.

Por tantos ancianos abandonados en los albergues para que Dios los asista y encuentren el amor en sus vidas y en los demás. Oremos.

Por los gobernantes para que vayan creando espacios para los adultos mayores y así ser un país incluyente. Oremos.

Para que se respete la experiencia y los consejos a fin de vivir en comunión con la vida, la historia y la verdad. Oremos.

Tarea familiar

Colocar en el pequeño altar la Palabra de Dios (Biblia), que estaremos usando para el compartir familiar diario.

Oración final

Animador: Al culminar este encuentro llevemos en nuestro corazón la palabra que escuchamos y compartimos, esto nos ayudará a mirar la Navidad con ojos de fe y esperanza.

Todos: Señor, que esta Navidad renueve la fe y el amor en nuestra familia.
Animador: Hemos reflexionado sobre nuestra familia reconociendo todo lo que significa en nuestra vida, es en ella donde se aprende a conocer y amar a Dios en los demás.

Todos: Señor, gracias por nuestra familia.

Animador: Que cada familia en el Paraguay sea un lugar donde se aprenda a conocer y a amar a Dios y a sus integrantes: papá, mamá, hermano/a, abuelo/a.

Todos: Señor, ayúdanos a fortalecer los vínculos familiares en nuestro querido Paraguay.

Animador: Recemos todos juntos pidiendo al Señor que mire con gran compasión y misericordia sobre las familias divididas y separadas, sobre los niños que no sienten el amor de sus padres. Que los integrantes de las familias paraguayas aprendan a perdonar y a amar con todo el corazón. Por estas intenciones recemos todos juntos un Padre Nuestro y Ave María.

Canto.

Enlance copiado
Content ...
Cargando...Cargando ...