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Mr Whytehead llegó a gozar de la máxima confianza del gobierno de los López como principal asesor técnico, refiere Juan Francisco Pérez Acosta en su libro “Carlos A. López, Obrero Máximo”.
Pero todo tuvo un infausto final. En 1863, en medio de los vientos de guerra fue atacado a puñaladas y muchos de sus proyectos se retrasaron. El desastre de la guerra lo oprimió de tal manera que decidió quitarse la vida “envenenándose con un tósigo de nicotina preparado con tabaco el 13 de julio de 1865”, según el libro Asunción y Sus Calles, de Osvaldo Kallsen, reedición de la Junta Municipal.
“La historia del barrio Loma Tarumá está muy vinculada, no solo a las míticas siete colinas de Asunción y a una extensión que abarcaba unas 50 a 70 hectáreas, sino también a la casa del técnico inglés”, dice Pedro Gamarra Doldán, vecino del lugar.
La casona tiene un corredor yeré mutilado hacia el sur y es conocida en el barrio como la “casa del póra”, pues durante las noches de “amenazo” se escuchaban ruidos raros.
La construyó el mismo Whytehead quien ganaba tanto dinero como para comprárselas al Estado Paraguayo suficientes tierras que iban desde la calle Tte. Fariña hasta la Avda. Quinta. “En esa casa ubicada en la cima de la colina, con una vista privilegiada de la ciudad vivió hasta que ocurriera la tragedia. No pudo soportar ver que su obra iba a ser desbaratada y prefirió colgarse de una de las vigas de la casa”, dice Gamarra Doldán.
No habiendo dejado descendencia, el Estado reputó como vacante la sucesión y se adjudicó la casa para vendérsela luego a doña Emilia Recalde de Recalde, una antigua e hidalga paraguaya. El resto fue loteado y la casa pasó a manos del Dr. José María Rivarola Matto, casado con la nieta de doña Emilia Recalde de Recalde.
“Como era una propiedad tan conocida, tan bien ubicada y tan bien ventilada en 1904 la iban a comprar los padres bayoneses para fundar el Colegio de San José. Pero los herederos del expresidente Juan Bautista González presentaron una mejor oferta en la Avda. España, ya empedrada entonces, y el colegio se instaló allí en vez de quedar en la Loma Tarumá”. En 1935 la casa fue alquilada a la Intendencia del Ejército y en los años 50 fue sede del Colegio San Carlos, dirigido por Anselmo Aveiro Stark.
Finalmente la casa del Dr. Rivarola Matto fue vendida al Dr. Talavera Goiburú, cuyos descendientes serían sus dueños actuales.
La vivienda aledaña –ya demolida– también fue muy particular porque era la casa de los libertos. “La familia Recalde Recalde había tenido libertos de la República tras la abolición de la esclavitud que seguían viviendo en la casa de la esclavatura.
Cada 24 de setiembre, día de la Virgen de la Merced, los libertos oraban frente a un oratorio ubicado en Rca. de Colombia y Caballero y luego subían a bailar descalzos frente a la casa con sus rituales en la desnuda tierra de la colina. Pero el avance del empedrado de la calle México en 1937 conspiró contra esta costumbre. Nada se sabe de los libertos ni de sus descendientes y hoy los vecinos quieren recuperar la tradición como identidad de Loma Tarumá.
Litigio judicial por un baño
La “casa del póra”, nombre que corría de boca en boca entre los descendientes del Dr. Rivarola Matto , también ha sido objeto de innumerables anécdotas. El inmueble se había partido entre los dos herederos de los Recalde Recalde: la hija casada con el Dr. Rivarola Matto y el hermano Fernando, que era electricista. Surgió un litigio de lindero sobre un baño, tipo municipal.
Fernando estudió Derecho solo para pleitear por usucapión. Se recibió de abogado, hizo la demanda y perdió el pleito, pero gentilmente el Dr. Rivarola Matto no ejecutó los honorarios y el baño quedó siempre indiviso. Inspiró la historia titulada “El baño del abogado”.