La violencia tenemos que erradicar organizadamente

Hoy se recuerda el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en un contexto en el cual las expresiones de violencia contra mujeres y niñas se han visto intensificadas en su crueldad. Esta situación ha motivado diferentes formas de protesta, como las impulsadas por el colectivo Ni una menos en varios países. Uno de los objetivos que se visualiza como prioritario es evitar que estos aberrantes crímenes pasen a formar parte del paisaje social cotidiano, naturalizándose.

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Asimismo, organizaciones populares de mujeres enfatizan tanto la necesidad de analizar la problemática de la violencia de género desde una perspectiva estructural, de modo a construir respuestas adecuadas tanto en el nivel estatal, como en el ámbito social y comunitario, como la de comprender a la violencia de género como una cuestión política que involucra a mujeres y a hombres, que requiere ser debatida y problematizada en las organizaciones. La dirigente Dora Flecha explica esta perspectiva a continuación.

Dora Flecha tiene 54 años y es oriunda de Caaguazú. Su historia de lucha comienza desde muy temprana edad, ya que su familia estaba vinculada a las Ligas Agrarias. Integró la Federación Nacional Campesina (FNC) y luego el Partido Paraguay Pyahura, asumiendo primero la Coordinación Regional de Caaguazú y luego la Coordinación del Departamento Mujer, formando parte además de la conducción central de dicha organización política.

-¿Cuál es la visión que tienen las mujeres trabajadoras acerca de la violencia de género, las mujeres que sufren la pobreza y la discriminación como doble y triple forma de opresión?

Recibimos constante violencia desde el Estado a través de sus instituciones. Es violencia la falta de educación, la falta de salud, la falta de acceso a tierras, la falta de un empleo digno, la militarización y criminalización de la lucha campesina, la pobreza y las miles de familias que pasan hambre.

Cada trece días muere una mujer en manos de ex pareja o parejas, un millón de chicos no asisten a la escuela. Entonces, ante la falta de todo lo que implica mínimamente recursos básicos que el Estado tiene el deber de garantizar, nos organizamos para luchar y resistir y analizar todos estos problemas sociales que nos afectan en forma directa.

-¿Qué estrategias desarrollan a nivel de sus organizaciones para combatir la violencia machista?

Como organización estamos teniendo brigadas anti-violencia, que son brigadas específicamente de mujeres, donde nosotras mismas nos organizamos para autoprotegernos y eso se da en los asentamientos y en las comunidades. Cuando una mujer denuncia que es violentada, llegamos junto a ella hasta su casa para brindarle contención y protección ante lo que está sufriendo. Hablamos y luego debatimos la situación en asambleas de mujeres, donde también participan los hombres, y ahí vamos tomando medidas en relación con ese tema. Medidas que surgen del pueblo mismo, en el marco del debate y los aprendizajes de la lucha popular.

Así vamos construyendo una discusión y un debate con relación a la violencia entre los compañeros y compañeras que nos permite seguir avanzado y al mismo tiempo vamos debatiendo cuál es la causa principal de esta agudización de la violencia. Hay tantos atropellos de parte de las instituciones del Estado que se expresan en la sociedad, y esa tanta violencia que se imparte las mujeres la sufrimos con mucha más fuerza. La sociedad está tan violentada que genera más violencia: los desalojos, las imputaciones, la criminalización, todo ese conjunto de cosas hace que la violencia se replique en las comunidades, en los hogares.

Dentro de la organización hemos avanzado muchísimo, no ha sido fácil, sino difícil, ya que hay todo un criterio de concesión machista que de a poco únicamente se puede ir desmontando. Depende mucho también de nosotras, de cómo nos posicionamos y cómo vamos debatiendo dentro de esta sociedad tan retrógrada la necesidad de la participación verdadera de las mujeres.

Ha sido una gran conquista ocupar cargos dirigenciales dentro de nuestra organización, espacios que van asumiendo nuestras compañeras y que antes sólo podían cubrir los hombres. Y esa lucha no es por una simple cuestión de meter en el debate el tema de los cupos, no es eso, sino por derecho propio, por la posición, por el debate y por la conciencia misma que vamos logrando nosotras en nuestra organización que nos permite a las mujeres ir ocupando esos espacios.

- Además de la violencia económica, en la violencia contra las mujeres existe una matriz cultural que refuerza las otras formas de opresión y explotación. ¿Cómo ven la cuestión?

Nosotras entendemos que en esta sociedad las mujeres somos consideradas personas de segunda categoría y, dentro de ese criterio que se tiene, hay un intento permanente de arrinconar a las mujeres para que nos mantengamos en la subordinación. Creemos que esta agudización de la violencia la tenemos que erradicar organizadamente, porque la violencia en el hogar nunca fue una cuestión privada ni solamente de las mujeres. Por eso nosotras lo llevamos al debate público dentro de nuestra organización y ese debate público nos permitió debatir y entender más sobre la violencia.

Porque la violencia contra las mujeres se justifica socialmente y por eso muchas veces las mujeres tenemos miedo de denunciar porque a la hora de la denuncia otra vez somos nosotras las culpables, siempre nos preguntan qué hiciste mal, nos dicen seguro que vos le buscaste, seguro que no te portaste bien y esas cuestiones forman parte de esta cultura machista que se viene repitiendo de generación en generación. Luchar contra la violencia no es sólo una discusión entre mujeres, sino también con hombres, y a partir de ahí se crean estrategias que nos permiten avanzar.

Algunos datos:

Un estudio del Observatorio Nacional de Seguridad y Convivencia Ciudadana del Ministerio del Interior informó que entre enero y agosto de 2015 se reportaron 1.137 víctimas de violencia familiar. Los agresores más comunes son padrastros (26%), padres (23%) y tíos (15%). El abuso sexual es una de las formas de violencia que más afecta a las mujeres. En el período referido, 57 de las 66 víctimas registradas eran del sexo femenino.

El 59% de las llamas del 911 son de denuncias por violencia familiar en ciudades del departamento Central.

De acuerdo al Informe elaborado por Naciones Unidas y la Secretaría Nacional de Juventud 2016, un millón de jóvenes en edad de estudiar están fuera del sistema educativo, en tanto del 15,5% de la población adolescente no estudia ni trabaja, 74,1% son mujeres. Con relación a la niñez que trabaja (5 a 13 años) que alcanza al 16,3% del total, el 40,4% de las niñas trabajadoras lo hace en el empleo doméstico. La extrema pobreza es casi cuatro veces más en zonas rurales que urbanas, afectando a los más jóvenes.

Además, los casos de embarazo infantil de niñas de entre 10 y 14 años aumentaron un 63% en los últimos tres años.

clopez@abc.com.py

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