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“Es cada vez más popular”, señala, “hace dos años, la gente hubiera despreciado la sidra, hoy hace furor”, añade.
“La sidra está renaciendo”, afirma Chuck Shelton, de 50 años y originario de North Garden en Virginia, a 200 kilómetros al sudeste de Washington, cuya prensa de sidra está rodeada de un vasto huerto plantado con 1.500 árboles frutales con unas 200 variedades de manzanas. Shelton instaló en 2008 la segunda sidrería artesanal en este estado. Actualmente existen ocho. Su primera cosecha de “sidra dura” –un término utilizado para diferenciar a esta bebida de la sidra sin alcohol, muy popular en Estados Unidos– produjo 10.000 botellas. Tres años más tarde vendía 36.000.
El éxito de su sidrería familiar Albemarle Cideworks refleja una tendencia cada vez más firme en Estados Unidos, un país de cerveza, donde la sidra, muy consumida por los primeros colonos venidos de Europa, ha vuelto de forma contundente.
Según la publicación especializada Shanken News Daily, el mercado de la sidra, aún siendo un “nicho” en comparación con la cerveza o el vino, registra un “crecimiento estridente” con un alza de 23% en 2011, hasta alcanzar los 70 millones de botellas. La empresa del sector USA Cider Market Insight prevé una progresión de un 30% en 2012. “Hay más sidrerías como la nuestra”, estima Shelton, en los estados productores de manzanas que se extienden a lo largo de la costa este de Estados Unidos o en el norte de la costa oeste. La sidra, “una bebida refrescante, agradable para tomar en verano, que va bien con la comida”, se jacta Chuck Shelton, se beneficia de otro argumento adicional para seducir, según el productor: “tiene una importante parte de historia, es la bebida que tomaban nuestros ancestros, eso le da clase”. Puesta de nuevo de moda, la bebida interesa hoy en día a los grandes grupos del mercado de cerveza.