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El Informe 2018 del Banco Mundial sobre educación explica que una de las graves deficiencias que desembocan en una crisis del aprendizaje es la malnutrición que impide que los niños lleguen a la escuela preparados para aprender.
“El 30% de los niños menores de cinco años de los países en desarrollo presentan retraso del crecimiento físico, es decir, tienen baja estatura para la edad, lo que en general se debe a la malnutrición crónica. Las deficiencias de las bases para el desarrollo implican que muchos niños no están preparados para sacar el máximo provecho de la escuela y las habilidades cognitivas de los niños pobres sufren un importante retraso en los años previos a la escuela primaria”, señala el informe.
Agrega que en algunos países, la brecha que existe entre los niños de hogares más ricos y los que provienen de hogares más pobres para reconocer letras del alfabeto se duplica entre los tres y cinco años de edad. “Estas desigualdades en la participación escolar acrecientan aún más las diferencias en los resultados de aprendizaje”, aseguran los expertos.
Alimentación escolar deficitaria
La cobertura de alimentación escolar en nuestro país es deficiente. En el interior del país, donde el 47% de la población infantil menor de 6 años está en situación de pobreza, el servicio de alimentación escolar nunca llega a tiempo y no tiene cobertura total. En Caazapá el 68,3% de la población infantil es pobre y solo recibe el almuerzo escolar por un período de tres meses o a mitad del año lectivo. Lo mismo ocurre en San Pedro y Concepción, donde la población infantil pobre es del 55,3% y 58,7%, respectivamente.
Lo más grave es que los responsables de distribuir los alimentos en estas zonas que más necesitan prefieren callar y no denunciar la falta de provisión de la alimentación escolar ya sea por mala gestión del gobierno central o corrupción local, ya que reciben reprimendas de las autoridades si se denuncian hechos de ese tipo a la prensa.