La importancia del sacramento de la reconciliación

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Sabiendo Dios de nuestra fragilidad, ha dejado en la Iglesia una medicina para todos los hermanos que víctimas de la fragilidad humana muchas veces caen en el pecado. El sacramento de la penitencia o reconciliación es aquella acción de Dios que a través de los ministros de la Iglesia cancela los pecados de quien los confiesa con el corazón contrito.   

Las únicas exigencias de Dios es que el pecador reconozca su pecado y esté verdaderamente arrepentido. Es increíble la fuerza de este sacramento: cuando el hombre dolido por su falla se acusa a sí mismo delante del sacerdote, Dios lo defiende, lo regenera y le devuelve la santidad.   

Infelizmente, en nuestros días muchos hermanos ya no se acercan a la confesión. Algunos piensan que basta estar arrepentido en su corazón para que Dios ya lo perdone. Sin embargo, Dios quiso que su perdón pudiera ser concretamente experimentado a través de un gesto y una palabra de la Iglesia. Por voluntad de Dios, no basta arrepentirse íntimamente, sin buscar en la Iglesia la absolución del pecado. De hecho, veremos el Jueves Santo que cuando Jesús estaba lavando los pies de los apóstoles, delante de la negativa de Pedro que no quería que Jesús cumpliera con él aquel rito, el maestro le informa que sin que sus pies sean lavados, él no podrá más tener parte con él.   

Por otro lado, el rito por sí solo, esto es, sin el sincero arrepentimiento, tampoco sirve para nada. Este es el caso de Judas que aunque Jesús le había lavado los pies, por su corazón abrazado al pecado, igual continuó impuro.
  
Oración del día  

Dios todopoderoso y eterno, ayúdanos a celebrar los misterios de la pasión del Señor con tal fe y arrepentimiento que podamos merecer tu perdón. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
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