La extinguida Playa Montevideo

La recientemente extinguida Playa Montevideo queda como un sitio nostálgico de la Asunción de otras épocas, cuando estibadores, naranjeras y marchantes hacían del lugar una fiesta. Todo el barullo de antaño se ha vuelto silencioso y en breve dará paso a una de las salidas de la Avenida Costanera.

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Desde hace casi tres décadas, Ramón Centurión (45) se dedica a la compostura de calzados en una casillita de madera en la Playa Montevideo. Entre sus clientes cuenta funcionarios públicos y empleados del microcentro capitalino.

Ahora, es uno de los últimos trabajadores del lugar donde todo ya está silencioso y el muelle cubierto por la arena de la nueva Avda. Costanera que tendrá uno de sus empalmes en este punto.

“Aquí llegaban todas las embarcaciones que venían del norte, de Concepción, San Pedro y de Chaco’í. Venían muchas naranjas, también aquí se bajaban las bolsas y más bolsas de sal. Pero todo empezó a decaer hace unos 15 años”, recuerda.

Los sábados arribaban las embarcaciones norteñas con carne de animales silvestres que se comían en un bar restaurante que estaba en la planta baja del Hotel Lapierre en Benjamín Constant y Montevideo.

Ramón Centurión se hizo del oficio de zapatero aprendiendo en lo que llama la “guardería” del puerto que funcionaba en la Playa Montevideo. Se refiere al “Instituto de Promoción Social del Obrero Portuario Beato Roque González de Santacruz”, que existía en el lugar desde fines de los años ‘60.

En este lugar, las esposas de los estibadores se dedicaban a lavar y planchar la blanquería de los barcos de la Flota Mercante del Estado. También hacían tareas de costura. En tanto, los niños menores jugaban y se educaban allí.

Para los adultos había también enseñanza de manualidades, arte culinario y educación en general.

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