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En principio, sobre una llanta, se ubicó una base de madera, con 19 velas doradas.
Se trata de una tradición cristiana, que busca simbolizar las cuatro semanas del Adviento.
Es una corona de ramas, de pino generalmente, que ahora cuenta con cuatro y a veces cinco velas.
El primer domingo de Adviento se enciende una vela, mientras se lee la Biblia y se reza.
Se repite igual actividad en las siguientes tres semanas.
Algunas coronas incluyen una quinta vela, llamada la “Vela de Cristo”, que es encendida en la Navidad.
Otra versión del nacimiento de esta corona se refiere a unos dos mil años atrás.
Aparentemente nació con el objeto de ayudar a los fieles, en especial aquellos dedicados a las tareas del campo.
El Adviento coincide en el hemisferio norte con el invierno, con los días cortos y poco luminosos que preceden a la Navidad.
El nacimiento de Jesús comenzó a celebrarse el 25 de diciembre de cada año ocupando el lugar de las saturnales, el festival del Nacimiento del Sol Inconquistado, festividad romana dedicada al Sol Invictus y en vinculación con el solsticio de invierno.
De ahí también que se habla de “blanca Navidad”, aunque por Latinoamérica se trata de una “veraniega Navidad”, plena de calor y trópico.