Koki Ruiz, reconocido en su tierra

El artista Koki Ruiz fue reconocido por la Municipalidad de San Ignacio, después de llegar de la capital del país con el retablo de maíz donde el papa Francisco celebró una misa durante su visita al país. El acto se realizó en el salón “Cacique Arapysandu” de la Comuna local.

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pgomez SAN IGNACIO Misiones (Miguel Ángel Rodríguez, corresponsal). Después de su llegada al distrito desde la capital del país acompañado del retablo de maíz, el artista Koki Ruiz fue recibido en medio de ovaciones. La intendenta Mirena Salas de Ruiz (ANR), el presidente de la Junta Municipal, licenciado Osvaldo Mazacote (ANR), además de familiares y amigos del artista encabezaron la delegación que le dio la bienvenida. También le entregaron una mención y medalla de oro.

Mazacote señaló: “Koki, sinceramente estamos tan orgullosos de tu equipo de trabajo, por todo lo que le están dando y van a dar todavía a San Ignacio Guazú”.

Prometió “seguir al lado tuyo, al lado de los que quieren el bien para nuestra comunidad, gracias al trabajo tuyo y de tu equipo, San Ignacio hoy es reconocido a nivel mundial. Sos un orgullo para nuestra comunidad, estamos muy orgullosos de vos, tu familia y de su equipo de trabajo”.

La jefa de la Comuna ignaciana, Mirena Salas, agregó: “En el año que la ciudad de San Ignacio cumple 406 años de vida fundacional, el maestro Koki Ruiz, los varones y mujeres juntamente con Macarena Ruiz, están permitiendo que esta ciudad misionera llegue al sitial más alto, al lugar en que universalmente está siendo reconocida”.

Prosiguió: “En este mes de julio en que fuimos bendecidos por el papa Francisco, en el que estamos festejando el Santo Ára de San Ignacio de Loyola, y también se recuerda una fecha tan importante que es el Día de la Amistad, no podemos pedir más los ignacianos, porque el regalo que nos han hecho Koki y el equipo de trabajo nos hacen sentir muy bien”.

El artista Koki Ruiz, muy emocionado, respondió: “Los ignacianos empezaron a ir de a poco, pero con el correr del tiempo, íbamos sintiendo que algo grande iba a pasar en el pueblo. Y realmente cuando llegó el día en que nos fuimos, sentimos que estábamos llevando todo el pueblo con nosotros. Parecía que San Ignacio quedaba vacío, cuando salíamos del Molino, quedaba esa sensación de que todos iban con nosotros”.

“El altar quedó en el corazón de los ignacianos y de quienes lo llevamos como símbolo, no por la belleza de la obra, no por el éxito plástico de la obra, sino porque logramos juntar el cariño de miles y miles de gente entorno a esos cocos, a esa idea”.

Dijo que “El Molino casi se convirtió en un santuario, por las peticiones, ruegos de las personas que peregrinaban desde lejos para escribir en los cocos”.

Finalmente Koki agradeció a todas las personas que acompañaron los trabajos día a día y que hicieron posible la magistral obra.

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