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En su discurso, el homenajeado, luego de agradecer, hizo un peculiar pedido a los concejales: “Quiero aprovechar este momento único para dar una sugerencia. Yo sé que los monumentos son caros; entonces propongo, si me permiten, que los árboles de nuestras plazas sean monumentos vivientes, que se mueven, que se sienten. Poner en cada árbol una placa con el nombre de cada uno de los ciudadanos ilustres de nuestra ciudad. ¿Se imaginan en un plaza de Asunción el árbol de Augusto Roa Bastos?”.
La Comunidad Salesiana también le distinguió en el 2009 con la Medalla Don Bosco por su labor en la educación paraguaya.