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Miguel, de 34 años, de Asunción, Paraguay, contó que entre sus 11 hermanos fue “el único con problemas de drogadicción” y relató sus vivencias ante el Pontífice y los miles de jóvenes reunidos en el evento mundial.
El joven compatriota relató cómo empezó con las drogas desde los 11 años.
Contó, además, que estuvo en la cárcel seis años “por un grave delito”, y al salir de prisión un sacerdote amigo de la familia le invitó a conocer el centro de rehabilitación “Fazenda de la Esperanza”, donde empezó a trabajar ayudando a otras personas.
Miguel y dos chicas, una de Siria y otra de Polonia, fueron los tres jóvenes escogidos para compartir sus experiencias ante el papa Francisco y jóvenes de todo el mundo.
Unos 500 jóvenes paraguayos participan hoy de la clausura de la Jornada Mundial de la Juventud en esta emblemática metrópolis, donde fue arzobispo el hoy San Juan Pablo II, relató Arturo Fernández, en especial para ABC Color.
Miguel María Martínez explicó que la Jornada Mundial de la Juventud es una fiesta de la fe, una magnífica experiencia para abrirse al mundo, compartir experiencia, intercambiar cultura y conocer cosas nuevas de otros países para aplicarlas al nuestro y mejorar cada día.
El grupo “Papaboys” tiene una larga trayectoria llevando jóvenes a los encuentros mundiales, pero en esta ocasión se sumaron a ellos una familia, como el caso de César Rodríguez, su esposa, Rusbel García, y sus hijas Belén (3) y Guadalupe (11 meses).
El padre explicó que hicieron un gran esfuerzo para estar en Polonia y que “vale la pena el sacrificio”.
Fátima Villaverde calificó de “increíble la experiencia” que está pasando, compartiendo momentos con jóvenes de todo el mundo. Agregó que ese intercambio afianza la fe y ayuda a tener una visión más amplia de la realidad.