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Antes que la incitación a la violencia es preferible apostar al debate y al diálogo por más que no se comulgen los ideales.
La Conferencia Episcopal Paraguay es una meritoria institución, que con sus luces y sombras, ha acompañado a la nación en sus momentos difíciles. Es un colegiado que ha tenido ilustres pastores como Juan Sinforiano Bogarín, Ramón Bogarín Argaña, Aníbal Maricevich, Carlos Milciades Villalba, Felipe Santiago Benítez y cómo olvidar al gran arzobispo de Asunción, Mons. Ismael Rolón Silvero, quien en las oscuras noches de la dictadura fue defensor de los derechos humanos. Su voz profética de anuncio y denuncia salvó numerosas vidas. Muchos de la generación actual son testigos de su entrega por el Paraguay y por el saneamiento moral de la nación. La CEP tiene sus méritos y merece el respeto de las corrientes que no están de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia. De ahí que recurrir a ensuciar sus paredes e instar a la violencia, habla de bajeza de sus autores.