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El movimiento religioso es muy conocido en el exterior por su tendencia hacia lo material, y en nuestro país tampoco queda atrás. La participación en uno de sus cultos, el domingo pasado, nos permitió comprobar que los miembros de la Iglesia utilizan a la perfección la manipulación mental y el histerismo para sacar el mayor beneficio económico de sus seguidores, muchos de ellos de extracción humilde, que van al templo con ansias de recibir el milagro de una mejor vida.
El culto de los pastores se realiza en un ambiente climatizado, amenizado con suaves interpretaciones musicales, pero ni bien comienza el acto, la prédica ya se orienta hacia la necesidad de despojarse de los bienes materiales. El pastor -en este caso Laurindo Piñeiro- justificaba el pedido material con pasajes bíblicos. Decía a los presentes que el diezmo es bíblico y se utiliza para mantener a la Iglesia , ‘‘¿o ustedes quieren que esto se termine?’’, preguntaba a los presentes y la concurrencia naturalmente respondía ‘‘no’’. Esta participación para aprobar la ambición del predicador era la constante durante la celebración.
Luego, el propio Piñeiro invitaba a los fieles a elevar hacia el cielo los sobres que llevaron el domingo anterior -quizás para ver desde el escenario la respuesta de la gente-, e inmediatamente entonaba una canción y sus fieles en masa pasan frente al escenario donde depositan en bolsas sus aportes. En los sobres se podía leer ‘‘Diezmo de la Luz, diezmo de las tinieblas’’.
‘‘Hay personas que son capaces de recibir su salario y destinar la décima parte a otros fines, para otros logros, pero estas personas, obedeciendo tu santa ley, depositan su diezmo para tu obra’’, decía para alentar las donaciones.
Terminada esa parte del culto, Piñeiro toma nuevamente su Biblia y comparte con los presentes la parábola del sembrador, que habla de la semilla que cae en tierra buena y en tierra mala. Explica que la palabra de Dios entra en nuestros corazones, pero si algunos no abren sus corazones al Señor, naturalmente la semilla no germinará en sus corazones... Seguidamente invita a los presentes a no tener nunca el corazón aferrado a los bienes materiales. ‘‘Muchas veces tenemos egoísmo y decimos primero yo, después yo y yo también’’, afirmaba y pedía la aprobación, y añadía: ‘‘La gente quiere abrazar todo, ser amante del dinero, amante de las cosas; sin embargo, la palabra de Dios dice lo contrario’’.
Piñeiro interpreta nuevamente una canción con la multitud enfervorizada -unas 200 personas-, implora a Jesús y le pide ‘‘que derrame bendiciones para que nadie quede enflaquecido’’.
Terminada la música, se dirige a la concurrencia e invita a comprar un libro del fundador de la Iglesia, un tal obispo Edir Macedo. El texto fue hecho para enseñar a seguir los pasos, ‘‘¿de quién?’’ -pregunta-, y la multitud responde nuevamente ‘‘Jesús’’.
Piñeiro habló brevemente del material que contiene temas sobre el bautismo, el pecado, el ayuno, el demonio, el Espíritu Santo, entre otros y luego invita a los presentes a adquirir el material con una ofrenda que puede ser de 5.000, 10.000 ó 50.000 guaraníes, cada uno de acuerdo a sus posibilidades. Acompaña su pedido con un pasaje bíblico donde Dios dice a Moisés: ‘‘Di a los hijos de Israel que tome para mí ofrendas, y al que da de corazón, tomaré su ofrenda. Esta ofrenda puede ser oro, plata y cobre’’.
El pastor pide a los interesados alzar las manos y pasar adelante para retirar su libro. Las ofrendas son juntadas por dos mujeres ubicadas frente al escenario. Piñeiro, en cambio, insistía en que la ofrenda que agrada a Dios es aquella que se da con gusto, ‘‘porque el que dio oro es porque tenía oro, plata porque tenía plata’’, en alusión al pasaje bíblico.
El religioso utiliza toda su astucia para evitar que aquellos que no aportan queden desilusionados de la Iglesia. Tiene incluso la solución para cada caso.
‘‘Si yo no tengo hoy, no doy el diezmo, pero mañana puedo tener y dar mi diezmo, pero no porque no tengo debo dejar de venir a la Iglesia’’, dijo a los presentes.
MAS MENTIRAS
El insaciable pastor no se cansaba de pedir. El culto estaba por terminar y nuevamente recurre a la música y las alabanzas, y una vez la gente ingresa en un ambiente de oración, recita la miseria de la Iglesia, que por falta de recursos está atrasada un mes en el pago del alquiler del local.
Piñeiro utiliza aquí la mentira para sacar más plata de los presentes. En el culto del domingo había dicho que no tenían recursos para abonar el costo de su sede; sin embargo, al día siguiente declaró a ABC Color que el local es propiedad de la Iglesia y que incluso muy pronto construirán un nuevo templo.
Para el pastor, el aporte voluntario a ser entregado el siguiente domingo aliviaría la ‘‘pesada deuda, ¿o ustedes quieren que nos desalojen de aquí?’’, decía a los presentes, a lo que naturalmente la concurrencia respondía ‘‘no’’.
El culto del pastor termina con una reflexión sobre el juicio final, relatando que Dios llamará a todos los creyentes para que rindan cuenta de su actuación sobre la Tierra. ‘‘Los que cumplieron su voluntad se salvarán y los que hicieron lo contrario serán condenados’’, señaló. Y así, después de una hora y 40 minutos en el recinto, la gente se retira.