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El médico psiquiatra infanto-juvenil Andrés Arce explica que es un trastorno que está clasificado dentro de los trastornos del desarrollo en el niño. Está comprendido por algunos médicos como “el espectro autista”, pero se diferencia del autismo infantil porque, al menos, dos tercios de los pacientes autistas evolucionan hacia un retardo mental, cosa que no sucede con el Asperger. “El paciente con Asperger tiene una inteligencia normal e inclusive muy elevada. El problema principal que suele motivar a la consulta es su dificultad con el relacionamiento social. Se trata de niños que tienen muchas dificultades para integrarse con otros niños, tienen tendencias a jugar solos; pocas veces pasa desapercibido, porque el problema se presenta en la escuela. Es ahí donde el niño con síndrome de Asperger se niega a participar de las actividades con los demás compañeros. Generalmente, son niños que permanecen aislados, que no salen a jugar al recreo; más bien quieren quedarse con los profesores en el aula”.
Víctor Caballero, psicólogo especializado en neuropsicología de la Clínica del Aprendizaje y la Conducta, explicó que desde la clínica trabajan con los padres dándoles herramientas para manejar la dificultad de conducta, para facilitar su aprendizaje; porque aunque estos niños son muy inteligentes, suelen tener dificultades de aprendizaje. “Trabajamos en la modificación de la conducta y el tema emocional, porque muchos entran en depresión son objeto de bullying, ya que son diferentes, poco sociables, vulnerables y sensibles.
“Somos una clínica privada, pero de hecho hay profesionales que manejan el cuadro en instituciones públicas. El problema es la alta demanda de los servicios. Generalmente, nos dicen que solicitaron turnos y les dieron recién para dentro de 3 meses, y este tipo de dificultad debe ser tratada semanalmente, por lo menos dos sesiones por semana. Entonces, forzosamente, los padres se orientan a los servicios privados”, indicó.