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Fue el jefe de ruta de los remeros que se habían aventurado en las caudalosas aguas de los ríos Paraguay y Paraná hace 72 años, y hoy sigue siendo una inspiración para los descendientes y para quienes repitieron la aventura en 1967 yendo aguas arriba hasta Concepción.
Nació el 19 de junio de 1914, en tiempos de la Primera Guerra Mundial, y la aventura la cumplió a los 28 años, en plena Segunda Guerra Mundial. De ahí su obsesión por la paz y los más nobles sentimientos que la promueven.
Ahora, su cumpleaños número 100 no podía pasar en vano y lo llenaron con afectos de agradecimiento, cariño y admiración.
Como buen marinero, conocía muy bien el río Paraguay desde muy joven y de hecho lo calificó con justa razón como “pequeñito pero jodido”, en una entrevista en la que plasmó sus recuerdos y pensamientos (ABC, 1 y 2 de setiembre de 2013).
Su deseo es que se abran más puertas y pasos al remo como disciplina, como un deporte para el cual se necesitan mucho esfuerzo, unidad y espíritu de equipo. Esos fueron los ideales que los guiaron a la aventura en plena era bélica, para enarbolar la bandera de la paz.
Además de Gilberto Ferro, quien era el jefe de ruta, otros nueve jóvenes integraron aquella expedición de 1942. Junto a él, como tripulantes de la falúa iban Fernando Saguier Iturburo, jefe de delegación, timonel y entrenador; Agustín Corrales, Germán Jara Lafuente, Víctor López Jara, Carlos Scolari, José María Rivarola Matto, Elías V. Mendoza, Luis M. Vega y Carlos Zuccolillo.
Los acompañaban en el cuarto largo con timonel en representación de los clubes Mbiguá y Sajonia: Godofredo Corina, Francisco Palau, Víctor Gracia Uribe, Guillermo Sequera y Ernesto Reuter.
Cosecharon los más cálidos agasajos y la prensa se hizo eco a nivel mundial del mérito, una aventura imborrable, que don Gilberto Ferro recuerda como si fuera ayer.
Fotos: Rudy Lezcar