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Con la amabilidad y la apertura que lo caracterizan, el embajador José María Liu nos recibió en su residencia mientras empacaba sus cosas que ya están rumbo a Panamá. Dejará nuestro país el día del Doble Diez.
–Embajador, llegó el momento de partir...
–Llegué el 8 de diciembre de 2011, día de la Virgen de Caacupé. Yo elegí ese día porque soy católico y muy devoto de la Virgencita. Esta vez llevamos aquí cerca de cuatro años, muy pendientes de la fe. El primer periodo como consejero y ministro completé seis años y cuatro meses y ahora como embajador son tres años y diez meses. En total son diez años y dos meses en Paraguay. Imagínese.
–Bastante tiempo estuvo en misión.
–Yo siempre digo que es como un destino porque para un diplomático de carrera estar en un país extranjero más de diez años no es un caso normal, aunque sean dos periodos diferentes, dos rangos distintos. Recibí el decreto de mi nombramiento para Panamá el 8 de julio y ahora estamos embalando todo con mi esposa María. Me siento cada vez más triste. Vamos a llevar libros, ropas, adornos y muchos recuerdos.
–¿Qué recuerdos por ejemplo se llevará?
–Me regalaron guampas... (risas), poncho de 60 listas, una hamaca paraguaya. Aunque en Taiwán es difícil utilizar, yo llevo la hamaca como un recuerdo del Paraguay. Me regalaron la gallinita negra, símbolo de suerte en el trabajo, y la gallinita blanca, símbolo de amor. También compré cuadros de Colombino, Esperanza Gill y Koki Ruiz. Los llevo todos a Panamá. Difícil de dejar aquí todo esto.
–Muchas despedidas. ¿Hizo muchos amigos en Paraguay?
–Difícil de contar toda la cantidad de amigos que hice aquí. Comparto ese dicho que dice “en Paraguay entras llorando y sales llorando”. La gente que viene por primera vez piensa que es un país lejano, mediterráneo, no sabe qué va a encontrar. Y sale llorando después de un tiempo con tantos amigos que deja. Y esos amigos brindan o le dan su amistad eterna, una amistad verdadera, una amistad inolvidable. Para mí es algo precioso para toda la vida. Estoy muy agradecido y me siento bendecido. Cada domingo voy con mi esposa María a la misa en la iglesia de San José, donde el padre Mario Sosa es también nuestro amigo. Me dio agua bendita y dos rosarios para llevar a Panamá.
–Ud. le ha tomado mucho afecto a nuestro país...
–Aprendí a amar a este país y a este pueblo noble, bondadoso, laborioso y generoso. Aprendí a pensar como los paraguayos, a identificarme con su gente, sus problemáticas, sus causas e ideales, con su música, su folclore, su cultura, siendo un fiel seguidor del asado, del tereré y de los chipás. Sin darme cuenta, me gusta comenzar siempre una frase con la expresión “Como decimos en Paraguay...”.
–¿Recorrió casi todo el país?
–Recorrí casi todos los departamentos. Solo me faltó Alto Paraguay. La última vez estuvimos en la Gobernación de Boquerón inaugurando viviendas populares.
–¿Qué es lo que más va a extrañar?
–La amistad y los amigos... Y la carne (risas), difícil de olvidar. Chipá y chipá guasu. Ese mbeju...
–Su esposa le puede preparar en Panamá...
–María tiene la receta del chipá guasu y sabe hacerlo. Aprendió algunas cosas e, incluso, a hacer chupín de pescado. Al presidente Horacio Cartes le gusta mucho la comida china que ella prepara. Y de hecho en algunas ocasiones ha compartido con nosotros aquí en mi casa.
–¿Cómo ve a la colectividad taiwanesa en Paraguay?
–Ya somos cerca de 5.000 los integrantes de la colectividad, pero aquí en Asunción son más o menos 500. La gran mayoría está en Ciudad del Este.
–Están pasando un momento difícil allá en el Alto Paraná.
–Sobre todo en CDE están sufriendo mucho. En Asunción están bien. Pero ellos tienen la voluntad de retribuir a la ciudad y a la sociedad paraguaya. Yo soy embajador de Taiwán en Paraguay y la misión mía más importante ha sido conseguir todos los recursos para el Paraguay.
Aunque haya límites para los aportes oficiales del Gobierno de mi país, están el sector privado y la colectividad china que también cooperan y siempre están pensando en cómo inventar, procurar y ayudar. Un ejemplo es la donación de sillas de ruedas hechas al Ministerio de Salud.
–Aparte de ser diplomático, Ud. es filólogo.
–Estudié en el Dpto. de Lengua y Literatura Española con posgrado en Literatura Española en la Universidad Católica de Taiwán. Me gusta mucho la literatura. En el tiempo libre que puedo siempre estoy leyendo.
–¿Tiene tiempo libre con tantas actividades?
–(Risas) A veces sí, sobre todo ahora que tengo muchas cenas fuera de casa, regreso y no puedo dormir enseguida. Entonces hago ejercicios y luego leo. Me acuesto casi a las 2:00 de la madrugada. Estamos recibiendo tantas distinciones y homenajes que hasta me da un poco de vergüenza.
–¿Piensa volver de visita?
–Sí o sí voy a regresar. Quién sabe si en 2021 regreso de nuevo como embajador. Tengo la edad para seguir ejerciendo la diplomacia. Yo amo esta tierra como la mía propia.
Agradezco el apoyo que me ofrecieron para poder trabajar bien; no les digo adiós sino un hasta pronto, y donde quiera que me encuentre en el futuro, los tendré muy en cuenta. Por de pronto, me autodenomino Embajador del Paraguay ante el mundo por toda mi vida.
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