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Esta necesidad deja sin vida a muchos pacientes diariamente. La atención con calidad es otra de las debilidades. Ayer falleció un paciente en el Hospital de Policía Rigoberto Caballero por la falta de terapia.
En patéticas imágenes se podía ver en los medios televisivos y escritos, días pasados, cómo funcionarios del hospital regional del Alto Paraná ambuceaban (respiración asistida) a tres pacientes de forma manual, en el servicio de urgencias, esto debido a la falta de camas en terapia intensiva.
El mismo director del hospital regional, Arístides Cañete, como el titular de la Décima Región Sanitaria, Miqueias Abreu, coincidieron en expresar que los pacientes internados en urgencias son asistidos con respiradores de forma manual por la falta de espacios en la unidad de cuidados intensivos.
No hay palabras que aplaquen el dolor tan profundo a raíz de la pérdida de un ser querido, más aún cuando se suman una tonelada de impotencias, al ver que era una muerte totalmente evitable.
Si bien es la época en que afloran cuadros graves por afecciones respiratorias, como neumonías, tanto en niños como en adultos, el sistema público sigue desde hace décadas sin la debida preparación para recibir sobrecargas en los servicios asistenciales, por lo que lamentablemente, tras deambular, la gente muere.
“Dejen de tratarnos como conejillos de india, no somos ratas de laboratorio, somos seres humanos como ustedes y no puede ser que pasaron tantos años estudiando para tratar a sus paciente como experimentos, recuerden que no lo somos”, dijo un ciudadano indignado tras una información que se viralizó sobre la muerte de un hombre ayer en el Hospital de Policía Rigoberto Caballero.
Se trata del caso de Pelagio Paredes, un adulto cuyos familiares denunciaron que falleció en el área de urgencias del hospital de Policía ayer. El hombre tenía neumonía grave y necesitaba de terapia intensiva, pero no pudo acceder a esta debido a que no había autorización. Aparentemente, el médico de guardia no apuró su ingreso a dicha unidad.
Varios son los casos de pacientes que recurren incluso a la fiscalía para poder ingresar a una unidad de terapia intensiva del sistema público, que eternamente está sobrecargado de enfermos graves.
En tanto que las muertes pediátricas por falta de terapia no quedan atrás. Para derivar a niños, existe un protocolo para internar a niños en las terapias de servicios privados, un convenio que todavía requiere de mayor dinamismo. El domingo 17 de mayo, un bebé de cuatro meses falleció en el hospital distrital de Lambaré, a la espera de una cama libre. Se trata de Esteban González, quien llegó aproximadamente a las 7:30 ese día con vómitos y en grave estado al hospital distrital de Lambaré. Falleció porque no se le derivó de urgencia a una terapia.
Según estadísticas oficiales, diez niños mueren por día en Paraguay por causas prevenibles.
La disponibilidad en el sistema público es de 188 camas de terapia intensiva y 58 camas de terapia intermedia. Además de las camas en seis sanatorios tercerizados que suman en total 37, según los datos del Ministerio de Salud Pública.
Aún así la necesidad es el pan de cada día al igual que las penas e impotencias que soportan cientos de familias que conocen del dolor de perder a un ser querido por una causa totalmente evitable.
Hace dos meses, las autoridades del Ministerio de Salud Pública informaban de que “en unos seis meses serán instaladas 100 camas de terapia intensiva”, lo que podría paliar el déficit actual, que provoca que pacientes mueran mientras esperan un lugar. Así había informado el director general de Servicios y Redes de Salud, Dr. Raúl Latorre. De las 100 camas, 50 serán para adultos, 25 para niños y otras 25 para neonatos.
cpereira@abc.com.py