Exigen el arreglo de precaria conexión eléctrica del Abasto

Cocineras del Mercado de Abasto que fueron ubicadas bajo una carpa tras el incendio del bloque C no pudieron trabajar normalmente ayer debido a la lluvia y a las precarias conexiones eléctricas. Otros sectores antiguos del mercado también tienen este grave problema.

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Un cortocircuito causó preocupación y puso en alerta a los permisionarios del Mercado de Abasto reubicados bajo una carpa desde el pasado 15 de octubre, tras el siniestro del bloque C.

Exigen al interventor de la administración, ingeniero Alex Duré, que acelere los trabajos en cuanto al mejoramiento del sistema eléctrico dentro de la improvisada carpa y también en otros sectores que registran este problema.

Los permisionarios y vendedores ambulantes están hacinados bajo una larga carpa mientras se construyen las casillas en uno de los pasillos para la reubicación temporal de los comerciantes, hasta tanto se reconstruya el bloque destruido por el incendio.

Ayer las cocineras estaban preocupadas porque no podían trabajar. Se exponían a ser electrocutadas bajo la copiosa lluvia que cayó desde tempranas horas de la mañana.

Clamaban que el interventor atendiera de forma urgente las precarias conexiones que se tornaban aún más peligrosas por la lluvia. Temían que se produjera otro incendio o alguien sufriera alguna descarga eléctrica.

Funcionarios del Mercado señalaron a nuestro diario que las instalaciones eléctricas, además de vetustas, son muy precarias. Cada nuevo inquilino que llegaba a los bloques realizaba sus propias instalaciones de acuerdo a sus necesidades.

“Nada se hizo bien”

Los trabajos eléctricos dentro del mercado municipal se hicieron sin las más mínimas condiciones de seguridad, como exigen las normas internacionales, señaló una fuente cercana a la administración.

Los administradores se iban cambiando pero ninguno hizo nada de forma correcta, reiteró.

Justamente por la falta de control de parte de la administración central es que se volvió una práctica común el subarrendamiento de locales, que a su vez provocó el hacinamiento en cada uno de los bloques e inclusive en los pasillos.

En un local donde debía operar un solo negocio estaban funcionando hasta seis. El dinero que ingresaba por esos subalquileres hasta a cinco personas engrosaban la cuenta bancaria de los verdaderos permisionarios y no de las arcas municipales. Se habla de más de G. 30.000 millones de dinero en negro.

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