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La Lic. Carolina Sosky, nutricionista, comenta que es muy típico que la gente en Año Nuevo diga “voy a cenar mucho”, y para eso no come nada en el día para prepararse para comer de todo en la noche. Lo ideal es comer normal, hacer una buena merienda, ingerir alimentos no tan alejados de la cena de Año Nuevo. “Uno tiende a comer y tomar más y puede caer pesado cuando lo hace con el estómago muy vacío. Lo ideal es priorizar, elegir eso que le gusta más y no tentarse a comer el triple o el doble. Mucha comida y bebida, muchas mezclas, es la mala decisión, hay que tomar digestivos después y algunos incluso se sentirán tan mal que irán a los centros de salud y sanatorios porque tienen vómitos y pesadez en el estómago. La lista sigue con dolor de cabeza, acidez, vómitos y diarreas. No es la última cena y no hay por qué comer en exceso y al día siguiente pagar las consecuencias porque se pasaron todos los límites”, explica la especialista.
Los pacientes que tienen una enfermedad de base como diabetes, “con un exceso de comida pueden terminar con un cuadro grave de internación porque se elevan los niveles de azúcar. Los que tienen problema renal o alguna patología acompañada tienen que cuidarse el doble, podrían dañar tanto a ese riñón que requerirán dializarse y una internación. La diabetes con presión alta aqueja a mucha gente y si “consumen sal siempre hay que poner una opción saludable, para que la persona diabética diga ‘voy a comer verduras’. El páncreas, el hígado o riñón no saben que es Año Nuevo, comemos mucho y tenemos que pagar las consecuencias”, afirma la nutricionista.
La combinación de las emociones y los excesos afectará a los hipertensos que están tomando una medicación. “Ellos tienen que continuar con sus medicamentos, tomar mucho líquido durante todo el día. No comer esa comida que tiene mucho sodio; tomar agua, porque la combinación del calor, exceso de sal y exceso de cena y bebida puede traer una consecuencia nefasta para quien tiene una enfermedad de base y también en las sanas. Después necesitarán todo un día de reposo para aliviar ese aparato digestivo”.
El órgano que más sufre, explica la Lic. Carolina, “es el hígado, porque tiene que metabolizar todo lo que comemos y los alcoholes que son muy dañinos y tóxicos. Al hígado le cuesta mucho más trabajo filtrar las comidas con mucha grasa, crema, salsas y dulces, y más aún el alcohol”, asegura. mirtha@abc.com.py