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Reflexiones sobre la ética en psicología clínica, y la salud mental del terapeuta, brinda la Lic. Diana S. Lesme Romero, psicóloga.
Habrá encuentros desde mañana, sábado 21, de 9:00 a 11:30, en Sacramento 1491 c/ Prof. Mariotti, para grupos de 5 y 10 participantes; en la primera reunión estudiarán la película "El analista". Más datos, Teléfs. 291-044 y 283-699.
La profesional explica qué es la ética clínica: "Se define como el deber ser; es la disciplina que nos aporta elementos directrices para enmarcar la práctica profesional. Toda profesión se define a partir de un cuerpo de normas que busca atender las demandas sociales, orientado por los patrones técnicos y por la existencia de normas mínimas, que garanticen una apropiada relación entre los profesionales de una disciplina, entre estos y los usuarios de sus servicios y de estos con la sociedad en general". Acerca del porqué el profesional debe mantener una ética clínica, responde: "La labor clínica en salud mental implica básicamente interacción con otras personas, con sus dificultades, sus miserias, sus desencuentros, sus vulnerabilidades, los sin-sentidos; que las hacen menos libres. El encuentro del sujeto con estas cuestiones exige del psicólogo conocimientos teórico-técnicos pertinentes, oportunos y actualizados; pero sobre todo, exige autoconocimiento de las propias fortalezas y fragilidades; para cumplir con el principio ético básico: resguardar los derechos humanos y la dignidad de las personas que utilizan los servicios profesionales del psicólogo. El trabajo cotidiano del psicólogo con las personas, grupos, familias, instituciones o comunidades lo interpela a adoptar una postura ética transversal en todas sus actuaciones profesionales y personales".
En cuanto a si se dan casos de infidencias por parte del profesional, afirmó: "Con más frecuencia de lo deseable. No necesariamente porque el profesional no sabe lo que tiene que hacer, sino porque en esta profesión, tal vez más que en otras, los principios y valores personales están intrínsecamente ligados a las actuación profesional. Es decir, la ética profesional se construye a partir de la ética personal.
La clínica nos enfrenta cotidianamente a limitaciones diversas en la tarea: limitaciones personales, profesionales, de la disciplina, del contexto, del consultante, entre otros. Es cuando los usuarios de servicios se quejan que somos ineficientes, impertinentes, cuando no iatrogénicos (causantes de patología). Hemos visto en los últimos años con mayor frecuencia e intensidad denuncias formales e informales hacia colegas acusados de mala praxis, en cualquiera de sus formas clásicas:
a) Impericia (no conoce lo suficiente o no utiliza su conocimiento para actuar apropiadamente a favor del bienestar del paciente);
b) Imprudencia (sabiendo lo que tiene que hacer no se compromete en hacerlo o lo hace a destiempo); o
c) Negligencia (sabiendo lo que es apropiado hacer, no lo hace, faltando a su responsabilidad profesional)".
Igualmente, la Lic. Diana Lesme se refiere específicamente a la película "El analista", que se plantea como tema de reflexión: "El analista es una película que presenta cómo el terapeuta enfrenta también sus desencuentros personales, sus vicisitudes y contradicciones; cómo estos tienen una influencia en su labor profesional y cómo enfrenta esas situaciones. Es interesante trabajar con esta película porque brinda oportunidades para pensar al terapeuta en su dimensión humana, lejos de algunas representaciones de "ideal de salud mental" del terapeuta. Coloquialmente, se cree que el psicólogo no debería tener problemas, porque si los tiene, no sería buen profesional. Sin embargo, no se trata de no tener problemas (lo que es imposible); sino de cómo lidiar con ellos, al menor costo personal, profesional y social, tratando de no arriesgar los procesos terapéuticos que estamos llevando; aceptando nuestras limitaciones. En ocasiones, un terapeuta tiene que apartarse de la profesión por un tiempo, hasta resolver sus temas personales. Esa es una postura ética".
En cuanto a la situación de los psicólogos en el país, argumentó que "en Paraguay los psicólogos tenemos una situación delicada, considerando la inexistencia de normativas que regulen el ejercicio profesional, como son la Ley de Colegiación y la de Práctica Profesional. Contamos con un Código de Ética (2004) de la Sociedad Paraguaya de Psicología que tiene una función orientativa y preventiva de malas praxis. Las limitaciones del contexto o del conocimiento a las que nos pudiéramos enfrentar en la labor, pueden ser subsanadas si se tiene una actitud comprometida y con capacidad de entender que la actitud ética se construye, y en ello influye lo que aprendemos y también lo que a nivel subjetivo uno puede incorporar y trasladar a su práctica cotidiana. Una actitud reflexiva, solidaria y conocimientos oportunos mejoran las posibilidades del clínico de mantener la pareja clínica-ética en relativa armonía y hacer frente a los desafíos clínicos, de manera creativa y eficiente, entrelazando sus propias pertinencias y límites con los de la disciplina.
Habrá encuentros desde mañana, sábado 21, de 9:00 a 11:30, en Sacramento 1491 c/ Prof. Mariotti, para grupos de 5 y 10 participantes; en la primera reunión estudiarán la película "El analista". Más datos, Teléfs. 291-044 y 283-699.
La profesional explica qué es la ética clínica: "Se define como el deber ser; es la disciplina que nos aporta elementos directrices para enmarcar la práctica profesional. Toda profesión se define a partir de un cuerpo de normas que busca atender las demandas sociales, orientado por los patrones técnicos y por la existencia de normas mínimas, que garanticen una apropiada relación entre los profesionales de una disciplina, entre estos y los usuarios de sus servicios y de estos con la sociedad en general". Acerca del porqué el profesional debe mantener una ética clínica, responde: "La labor clínica en salud mental implica básicamente interacción con otras personas, con sus dificultades, sus miserias, sus desencuentros, sus vulnerabilidades, los sin-sentidos; que las hacen menos libres. El encuentro del sujeto con estas cuestiones exige del psicólogo conocimientos teórico-técnicos pertinentes, oportunos y actualizados; pero sobre todo, exige autoconocimiento de las propias fortalezas y fragilidades; para cumplir con el principio ético básico: resguardar los derechos humanos y la dignidad de las personas que utilizan los servicios profesionales del psicólogo. El trabajo cotidiano del psicólogo con las personas, grupos, familias, instituciones o comunidades lo interpela a adoptar una postura ética transversal en todas sus actuaciones profesionales y personales".
En cuanto a si se dan casos de infidencias por parte del profesional, afirmó: "Con más frecuencia de lo deseable. No necesariamente porque el profesional no sabe lo que tiene que hacer, sino porque en esta profesión, tal vez más que en otras, los principios y valores personales están intrínsecamente ligados a las actuación profesional. Es decir, la ética profesional se construye a partir de la ética personal.
La clínica nos enfrenta cotidianamente a limitaciones diversas en la tarea: limitaciones personales, profesionales, de la disciplina, del contexto, del consultante, entre otros. Es cuando los usuarios de servicios se quejan que somos ineficientes, impertinentes, cuando no iatrogénicos (causantes de patología). Hemos visto en los últimos años con mayor frecuencia e intensidad denuncias formales e informales hacia colegas acusados de mala praxis, en cualquiera de sus formas clásicas:
a) Impericia (no conoce lo suficiente o no utiliza su conocimiento para actuar apropiadamente a favor del bienestar del paciente);
b) Imprudencia (sabiendo lo que tiene que hacer no se compromete en hacerlo o lo hace a destiempo); o
c) Negligencia (sabiendo lo que es apropiado hacer, no lo hace, faltando a su responsabilidad profesional)".
Igualmente, la Lic. Diana Lesme se refiere específicamente a la película "El analista", que se plantea como tema de reflexión: "El analista es una película que presenta cómo el terapeuta enfrenta también sus desencuentros personales, sus vicisitudes y contradicciones; cómo estos tienen una influencia en su labor profesional y cómo enfrenta esas situaciones. Es interesante trabajar con esta película porque brinda oportunidades para pensar al terapeuta en su dimensión humana, lejos de algunas representaciones de "ideal de salud mental" del terapeuta. Coloquialmente, se cree que el psicólogo no debería tener problemas, porque si los tiene, no sería buen profesional. Sin embargo, no se trata de no tener problemas (lo que es imposible); sino de cómo lidiar con ellos, al menor costo personal, profesional y social, tratando de no arriesgar los procesos terapéuticos que estamos llevando; aceptando nuestras limitaciones. En ocasiones, un terapeuta tiene que apartarse de la profesión por un tiempo, hasta resolver sus temas personales. Esa es una postura ética".
En cuanto a la situación de los psicólogos en el país, argumentó que "en Paraguay los psicólogos tenemos una situación delicada, considerando la inexistencia de normativas que regulen el ejercicio profesional, como son la Ley de Colegiación y la de Práctica Profesional. Contamos con un Código de Ética (2004) de la Sociedad Paraguaya de Psicología que tiene una función orientativa y preventiva de malas praxis. Las limitaciones del contexto o del conocimiento a las que nos pudiéramos enfrentar en la labor, pueden ser subsanadas si se tiene una actitud comprometida y con capacidad de entender que la actitud ética se construye, y en ello influye lo que aprendemos y también lo que a nivel subjetivo uno puede incorporar y trasladar a su práctica cotidiana. Una actitud reflexiva, solidaria y conocimientos oportunos mejoran las posibilidades del clínico de mantener la pareja clínica-ética en relativa armonía y hacer frente a los desafíos clínicos, de manera creativa y eficiente, entrelazando sus propias pertinencias y límites con los de la disciplina.