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La historia del barrio ecológico Las Colinas, de la compañía Ñu Po’i de Itauguá, que el Gobierno habilitó hace un año para mudar ahí a familias de los bañados de Asunción afectadas por las crecidas del río, empezó hace seis años. El lugar era el asentamiento “Itauguá Poty”, en el que vivían, en precarias condiciones, cerca de 50 familias.
El proyecto del barrio “ecológico” nació en junio de 2014 y en abril de 2015 las 222 viviendas -financiadas por Itaipú Binacional- fueron inauguradas por el presidente Horacio Cartes.
Una de las que vivían en el asentamiento Itauguá Poty es Feliciana Sanabria, de 29 años, que ahora solo tiene palabras de agradecimiento para con el programa. “Tener la casa propia es el sueño de todos, y cuando uno es pobre, es difícil acceder a eso”, señaló Feliciana, quien vive en la casa con un hermano menor con discapacidad.
Feliciana tiene un local de venta de frutas y verduras en el mercado de Itauguá.
Llegar al mercado local desde “Las Colinas” lleva cerca de 30 minutos. El ingreso de buses internos ocurre desde las 04.00 con una frecuencia de casi media hora, según Feliciana.
Prácticamente todos los que habitaban anteriormente el asentamiento y ahora son residentes de este barrio se muestran conformes con lo que el programa les ofrece. En general valoran el hecho de tener un techo en donde criar a sus hijos y la cercanía de escuelas y la posibilidad de trabajar en la zona.
Otra realidad
Para los bañadenses, la realidad se muestra distinta a decir de Fátima Paredes (24), que vivía en el Bañado cuando tuvo que migrar a este nuevo barrio en abril de 2015. Fátima dijo que está muy feliz con la casa. “Siendo sincera, acá uno está mejor, se vive mejor, la casa es más linda y no hay inundación”, señaló.
Sin embargo, mencionó que el principal problema es la falta de oportunidades laborales. A diferencia de Feliciana, Fátima no trabaja pero cuenta con el respaldo de su pareja, quien se desempeña en Asunción como electricista y puede mantener la casa. Fátima tiene un hijo y actualmente está embarazada. “Yo quiero estudiar y trabajar, pero acá es muy difícil”, sentenció.
Casi en las mismas palabras se expresaron Carlos Alberto Martínez y Alfredo Daniel Gaboto, principales dirigentes de los bañadenses que se mudaron al barrio itaugüeño. Dijeron que no tienen reparos con las viviendas, que no piensan abandonarlas porque están lindas, a pesar de que reclamaron algunas cuestiones con respecto a la terminación de algunas casas.
Martínez, de 57 años, dijo que el problema es conseguir trabajo. Para Gaboto, el drama pasa principalmente por la estigmatización que tienen los pobladores de “Las Colinas”. “¿Ustedes son de Las Colonias, los bañadenses? Ah, bueno, vamos a llamarlos después”, nos dicen en algunas fábricas de acá. Y, claro, nunca más nos llaman”, argumentó Gaboto.
Señalaron igualmente que se exageró con el hecho de que el “20%” de los habitantes abandonó el barrio. “Hasta ahora, yo que soy coordinador de Cobañados, puedo asegurar que apenas 7 familias se fueron. Acá viven más de 192 familias”, afirmó Martínez.
El programa permite que los habitantes paguen por el agua potable unos G. 10.000 mensuales. Esa misma suma abonan por mes por la recolección de basura mientras que el costo de la energía eléctrica -mediante la tarifa social- llega en promedio a unos G. 40.000 por casa.
El barrio está ubicado a 7 kilómetros de la Ruta II, conectado por un buen asfaltado y otro camino de un empedrado en malas condiciones. En su periferia existen dos escuelas -no más lejos de 1,4 kilómetros- y el Hospital Nacional de Itauguá está a 2,8 kilómetros.
abenitez@abc.com.py