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“Donamos nuestro tiempo, conocimientos, para colaborar con las familias paraguayas. Estamos haciendo algo por Dios. Como acostumbra decir mi esposa, es una oportunidad de hacer el trabajo de Dios”, expresó muy emocionado el doctor George Lesznik, anestesiólogo que formó parte del equipo de voluntarios estadounidenses venidos al país para colaborar durante la primera misión internacional 2015 de Operación Sonrisa, que se realizó en el Hospital Militar Central de Sajonia.
En esta ocasión, del martes 17 al sábado 21 de este mes se realizaron 104 operaciones de labio fisurado y paladar hendido, especialmente a niños, gracias al trabajo voluntario de un equipo médico norteamericano y paraguayo, cuyo jefe de los cirujanos fue el doctor Benjamín Rodríguez.
El profesional nació en Estados Unidos, es hijo de mexicano y de una italiana.
En cuanto a la gran afluencia de gente para someterse a consultas y cirugías durante las misiones, significó: “Creo que se trata de un problema de acceso a hospitales, que tengan el equipo, la experiencia y el conocimiento de hacer las cirugías. He conocido varios cirujanos aquí que son excelentes, que saben realizar estas cirugías, pero son pocos”.
Y agregó: “Acerca del porcentaje, no creo que haya un porcentaje más grande que en otros países; no pienso que haya muchos casos en Paraguay. Generalmente, en el Hemisferio Oeste, el porcentaje de nacidos con el defecto de labio y paladar es más o menos de 1 por cada mil nacidos vivos. En otros países es diferente. Es decir, en todos los países de las Américas, Norte y Sur. El problema principal no es que tenemos más aquí, pero sí el acceso es difícil”.
Significó, además, que hizo muchos amigos en el país, y definió que “los padres de los pacientes son muy amables y comprensivos acerca de las dificultades. Tienen muchas esperanzas, y más aún que ahora Operación Sonrisa ya tiene una clínica propia”. Destacó también que “hay unos siete cirujanos con experiencia y las manos buenas, con el conocimiento para hacer las operaciones; creo que en poco tiempo desaparecerá la necesidad de extranjeros viniendo aquí para hacer las cirugías”.
El doctor George Lesznik concluyó que “la misión resultó ¡excelente!”, y lo pronunció emocionado, con lágrimas. “Los pacientes logran otra chance, otra oportunidad para una vida digna. Tienen la posibilidad de ser un siguiente Einstein, sin las limitaciones. Podemos brindarles oportunidades”, aseveró.
Entretanto, la licenciada Erika Seaquist, enfermera de recuperación, definió que su emoción fue sin precedentes durante las evaluaciones de los pacientes. “Llegó profundamente a mi corazón ver la reacción de los padres, quienes te agradecen, y puede verse en sus rostros una alegría sin límites. Además, la mirada de los pacientes te llega directamente al corazón”.