Cargando...
Se recuerdan en esta fiesta dos milagros: el primero, que una minoría débil pudo enfrentar y vencer a una mayoría superior. El segundo, que se manifestó cuando los macabeos y los cohanim (sacerdotes) entraron en el templo que había sido profanado, para restablecer el servicio a través del encendido del candelabro y solo había aceite de oliva para encender sus velas durante un día. Este aceite, milagrosamente, duró por ocho días hasta que pudiera ser fabricado. Desde ese entonces los sabios de la Biblia establecieron que todos los años al acaecer la fecha 25 de Kislev del calendario judío (que se rige por la luna), durante ocho días, ha de encenderse un candelabro de ocho velas agregando una cada día. Esta celebración comenzó el pasado viernes 29 de noviembre y el miércoles, en el acto central y público, se encendió la sexta vela, permitiendo a todos los interesados participar tanto de la ceremonia así como de los refrigerios y de los tradicionales ‘‘latkes’’ (tortillas de papa), una comida tradicional de la fiesta. Durante los últimos quince años, el movimiento Jabad-Lubavitch ha organizado un evento único dentro de la tecnología en comunicaciones, que fue la transmisión en vivo y en directo, vía satélite, del encendido de la menorah desde varios países, en los cinco continentes, todo esto en forma simultánea.