Aniano Samaniego, de 88 años, que vive en el barrio Roberto L. Petit, dijo que su esposa también asiste al centro comunitario. "En el hogar nos atiende un doctor una vez por semana, pero no nos sirve de nada que nos digan qué enfermedad tenemos si no podemos comprar los medicamentos. Yo tengo diabetes e hipertensión y no puedo comprar mis remedios. El dentista no aparece nunca por acá (el hogar). Tengo que ir al dentista, porque mi paladar ya no funciona y no puedo comer bien", explicó.
Agregó que trabajó 30 años en la Industria Taninera Puerto Sastre, en Puerto Pinasco. Recibe una pensión de G. 640 mil que no le alcanzan para sus gastos diarios. "Soy excombatiente de la Guerra del Chaco, pero en una noche de tormenta extravié todos mis papeles y nunca más pude tramitar por falta de plata", resaltó don Aniano.
Petrona Gamarra viuda de Benítez, de 67 años. Afirma que hace 3 años que va al centro, porque le gusta compartir con las personas de su misma edad. Vive a unas cuadras del centro. "Paso el día en el hogar, pero nos hacen falta medicamentos; yo tengo reumatismo y, a veces, me duele mucho y no tengo para comprar, también nos hacen falta galleta y verduras. Vivo con mi hija que tiene muchos hijos", indica.
Agrega que comen muy bien en el centro; de desayuno les sirven café con leche; media mañana, tortilla sola o tortillón de papas; el almuerzo es variado y, a las 15:00, toman café con leche con galleta.
Nicanor Silguero, de 62 años, hace 10 días que no tuvo otra alternativa que recurrir al hogar, según nos contó. Vive cerca de la laguna Cateura y hace 3 meses un conductor de auto atropelló el carro que conducía y le dejó sin su instrumento de trabajo. También falleció su caballo, y, como es separado, vive solo desde hace 20 años, según confidencia, y para colmo en diciembre del año pasado se quemó completamente su casa.
"Todo me cayó mal, no tengo familia, no puedo trabajar porque mi carro se destruyó por completo y mi animal también murió", manifestó con tristeza don Nicanor.
HACE FALTA HABILITAR MAS CENTROS
"Deben potenciarse mejor los centros comunitarios para ancianos en todo el país. Porque la intención de la creación de los centros comunitarios es tratar de evitar que los adultos mayores vayan a parar a un asilo de anciano, evitando de esa manera el desarraigo familiar", manifestó Luz María López, de 39 años, enfermera, encargada del Centro Comunitario "Miguel Angel Ortiz", del barrio Roberto. L. Petit, que funciona hace 4 años.
Luz López agrega que es fundamental que los abuelos envejezcan en sus casas, por eso es importante crear más alternativas de atención para no ser abandonados en los asilos.
Dijo que, actualmente, tienen 23 inscriptos en el centro, a veces menos, dependiendo del tiempo, donde están de lunes a viernes, de 08:00 a 16:00, porque los sábados y domingos comparten con sus familias. Y si bien cuentan con el apoyo de Bienestar Social del Ministerio de Salud Pública, que les provee de víveres para el desayuno, almuerzo y merienda de los abuelos, además de recursos humanos (atención médica y odontológica una vez por semana), la ayuda es insuficiente.
"Necesitamos medicamentos, también heladera, licuadora, galleta, verduras para brindar un mejor cuidado a los abuelos. Como estamos en un sector muy pobre, ya se robaron dos veces los electrodomésticos del centro", resaltó a la vez de precisar que deben 4 meses de alquiler por el local que ocupan y que tiene muy pocas comodidades para el descanso y el esparcimiento de los abuelos.
DONDE FUNCIONAN
Los centros comunitarios de atención a los adultos mayores son 12 en total. Dos funcionan en la ciudad de Asunción, en Nicolás Argüello y Gral. Santos; Barrio R. L. Petit; en el interior del país están en Ñemby, Luque, 2 en Mariano Roque Alonso, 2 en Ypané, 2 en Areguá.
Las instituciones funcionan bajo acuerdo de cooperación entre el Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social (asesoría técnica y víveres), las municipalidades locales y la sociedad civil, que debe pagar el alquiler del local y las facturas de agua, luz y teléfono.
ENVEJECER EN CASA
La Lic. Palmira Soto Torres, jefa del Departamento de Adultos Mayores y Discapacidad, de Bienestar Social del Ministerio de Salud, explicó que existe una política de Gobierno para atención de los adultos mayores, pero no una política de Estado.
En este sentido, dijo que una comisión interdisciplinaria está trabajando para la elaboración del documento que reglamente la Ley de Adultos Mayores 1885/2002, que será presentada próximamente. En el mismo se contempla el apoyo a la salud, la parte jurídica, social y recreativo del sector.
Según Soto, la premisa principal que tienen en el Ministerio a través de los programas que impulsan se refiere a que los abuelos envejezcan en sus casas con la familias. Y es consciente de la necesidad de potenciar los centros comunitarios en todo el país, pero para ello hará falta que la sociedad civil tome conciencia de la necesidad para hacerlo sustentable.