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En Quito, los organizadores de la visita papal, hicieron relucir la visera que se desplazaba sobre el altar. En el fondo resaltó la cruz, mientras que el presbiterio estuvo sobre una tarima que bordeaba el lugar donde el Papa celebró la misa. En Bolivia, en el aeropuerto de El Alto, se montó otra tarima y detrás sobresalía la fachada de un templo, pintado en madera. En Santa Cruz, el altar estuvo bajo una estructura similar a uno de los templos jesuíticos de la Chiquitanía.
“El retablo de Paraguay fue maravilloso verdaderamente y ayudó a ver la continuidad con la experiencia histórica de las misiones (jesuíticas) de las cuales el Papa habló”, señaló el vocero de la Santa Sede, padre Federico Lombardi, al término de la misa que se ofició en Ñu Guasu, aquel domingo 12 de julio. El vocero del Vaticano, así como Ruiz, también comentaron que impactó al Papa la obra, porque allí se reflejaba el sacrificio del agricultor que trabaja la tierra.
El retablo preparado por Koki tuvo una base de 40 metros por unos 20 metros de alto y fue adornado con productos agrícolas. Se utilizaron 32.000 espigas de maíz, 200.000 cocos y 1.000 calabazas. Las demás semillas son muy variables porque con el tiempo se tuvieron que hacer retoques.
El artista reflejó en su obra el simbolismo que dignifica al hombre del campo. Fue preparada por 22 personas, entre artistas, herreros, carpinteros y electricistas. El retablo resaltó la cultura guaraní, porque los aborígenes valoraron mucho la tierra, el medioambiente y los alimentos que ofrece la madre naturaleza. Koki Ruiz ya es reconocido por sus obras de Semana Santa en Tañarandy, Misiones. Su genialidad ha convertido a esta región en un atractivo turístico, donde cada año miles de personas van para apreciar las representaciones de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. De ahí que cuando fue electo para elaborar el retablo del altar de la visita papal despertó la curiosidad en lo que sería su obra. Y cuando la presentó, antes que encerrarse en su ego e idolatrarse, se abrió o mejor, invitó a todos a que participen del trabajo. Primeros fueron los pobladores, a quienes se sumaron los agricultores y todo el pueblo, que estampó sus deseos y firmas en el “monumento” que ya difícilmente se borrará de las retinas de miles de compatriotas y extranjeros.
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