El raudal nunca pudo con el puente ferroviario, pero...

Ni los más violentos raudales que carcomían los barrancos de Asunción pudieron arrastrar el puente ferroviario de Artigas y Perú. En 2003 fue desmantelado para ser llevado a un “museo a cielo abierto” en la Estación Central, pero nadie sabe adónde fue a parar.

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El tortuoso cruce de la Avda. Artigas y Perú, antigua calle Salinares, siempre estaba en las noticias, década tras década. El sitio nunca pasaba desapercibido.

“El profundo barranco ha sido carcomido por las aguas de los raudales dejando el puente prácticamente en el aire, solamente sobre algunos pilotes (...)” decía ABC Color el 15 de mayo de 1969. Agrega que, no obstante, el paso estaba garantizado y la estructura se mantenía en forma segura.

“Posiblemente no haya en Asunción un lugar donde tantos problemas se plantean y que tanta denuncia ha merecido ante las autoridades comunales” dice otro artículo de 1976 en el que se señala que Perú y Artigas es un sitio que ha tenido fama por la salamanca y los autos arrastrados por el raudal, sin que los intendentes de turno hayan ideado una solución definitiva.

En 1977 se empezó a rellenar con basura y desperdicios, gran cantidad de tierra y luego una cobertura asfáltica para reforzar la calzada sobre la transitada avenida.

La zona también era famosa por las averías de las cañerías de la antigua Corporación de Obras Sanitarias (Corposana) a su paso por el lugar.

Finalmente en el 2003, cuando se llegó a abrir el nuevo Acceso Gondra durante la administración del intendente Enrique Riera, se decidió retirar el puente ferroviario para llevarlo a un museo a cielo abierto que planeaba el Ferrocarril Carlos A. López detrás de la Estación Central.

La estructura de hierro y acero se componía de dos vigas trelizadas y diez vigas transversales desmontables. Precisamente había sido instalada en el lugar como solución a la vía férrea a su paso por la calle Salinares a fines de la década del 60. El puente fue construido en los talleres de Sapucái y las vigas bulonables siguen los patrones de construcción de la Torre Eiffel de París y los grandes barcos.

Adónde fue a parar es un misterio, ¿o tal vez ya terminó como el resto de los bienes del ferrocarril: vendido como chatarra?

Fotos: Gustavo Machado y Archivo ABC Color

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