El matrimonio y la familia en el plan de Dios

Animador: Nos reunimos para prepararnos para la Navidad, nuestra fiesta cristiana. Este año seguiremos dialogando sobre la familia y en especial profundizaremos sobre la fe, en respuesta a la convocatoria realizada por el Papa Benedicto XVI.

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Todos: En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Señor, danos un renovado impulso para vivir la fe en nuestra familia.
Animador: En esta Navidad, Dios hecho Niño se acerca a nosotros, nos muestra su buena voluntad, nos da su gracia, nos invita a la reconciliación, a abrirnos a los demás, de manera especial a los miembros de nuestra familia.
Todos: Señor, danos un renovado impulso para vivir la fe en nuestra familia.
Animador: Virgen María, tú que escuchabas y ponías en práctica las enseñanzas de Jesús, haz que nuestra familia y nuestro país, en esta Navidad, renueve su compromiso de vivir en la unidad y en el amor.
Todos: Señor, danos un renovado impulso para vivir la fe en nuestra familia.
Animador: Recemos juntos el Padre Nuestro y el Ave María.

Canto.

Lectura bíblica: Mt. 19, 4-6
Los esposos, a través de su amor con-
yugal, descubren su identidad y misión dentro de la Iglesia. “Al principio… los creó hombre y mujer” (Mt 19,4). De este modo, Jesucristo presenta a sus interlocutores la existencia de un plan que solo puede ser plenamente conocido y desarrollado por los creyentes y que concierne al matrimonio y a la familia. Jesucristo, al hacer referencia a la creación, manifiesta la unidad del designio de Dios sobre el hombre y se introduce en el modo humano de comprenderse a sí mismo y de construir la propia vida.

Como imagen de Dios, que es Amor (cfr. 1 Jn 4,8), la vocación al amor es constitutiva del ser humano. “Dios (...) llamándolo a la existencia por amor, le ha llamado también al mismo tiempo al amor (...). El amor es, por tanto, la vocación fundamental y esencial de todo ser humano”. La persona llega a la perfección, a que ha sido destinada “desde toda la eternidad”, en la medida en que ama, cuando descubre que ha sido llamado por Dios al amor y hace de su vida una respuesta a ese fin.

El cristiano encuentra la última verdad de este amor en Jesucristo crucificado, que entrega su cuerpo por amor de su Iglesia. Es la revelación del amor del Esposo-Cristo que “amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella para santificarla” (Ef 5,25). Todo amor humano va a ser referido a este “gran misterio” de la entrega de Cristo por la Iglesia, en el que se realiza y transmite la salvación a los hombres. Esta realidad de amor implica de tal modo a la Iglesia que esta, solo puede realizar su propia misión si la entiende como la respuesta fiel al amor de su Esposo. La pastoral de la Iglesia nace así de un amor esponsal que debe ser, en consecuencia, un amor materno y fecundo. Así, la pastoral familiar ayudará a mostrar el rostro esponsal y materno de la Iglesia.

Como bautizados, los esposos cristianos están llamados a la plenitud de la vida cristiana, que alcanzan en su identificación con Cristo. La vocación matrimonial es incomprensible sin su radicación en la vocación bautismal que es, por sí misma, una vocación a la santidad. Desde esta perspectiva no hay diversidad, sino radical igualdad de vocación en todos los que han sido llamados a ser hijos de Dios, en Cristo, por la iniciativa de Dios Padre. Por consiguiente, la esencia de la misión pastoral de la Iglesia, el fin de todas sus acciones, es conducir a los fieles a la perfección en la caridad, que es la santidad.

El matrimonio no es una invención humana o un pacto privado, al arbitrio de las partes, sino un “gran misterio”, un proyecto maravilloso de Dios, que comunica su amor eterno al hombre, creado varón y mujer a su imagen y semejanza.

- Los rasgos esenciales del amor conyugal los ha establecido Dios, autor del matrimonio, y los ha inscrito en los significados de la sexualidad humana: unidad, indisolubilidad, exclusividad, fecundidad y fidelidad.

- La gracia de la redención capacita al hombre, dividido por el pecado, para descubrir y realizar el plan de Dios sobre el amor conyugal en toda su belleza.

- Por el sacramento del matrimonio los esposos, injertados en la alianza de Cristo por el bautismo, participan como cónyuges en la misma.

- El matrimonio cristiano es un camino de santidad en la Iglesia, es decir, a la plenitud del amor y al compromiso por la extensión del Reino de Dios.

- El celibato y el matrimonio cristianos son dos vocaciones complementarias y de valor inestimable.

- La santificación de la vida conyugal requiere diligente cuidado. La Iglesia ofrece a los esposos medios adecuados para que cultiven la vida en el Espíritu: sacramentos, enseñanzas, acompañamiento espiritual, etc.

- La familia cristiana, “iglesia doméstica”, es la primera transmisora del amor y de la fe.

- El fin de toda la pastoral familiar –que es una dimensión esencial de la acción de la Iglesia– es llevar a plenitud la vocación matrimonial.

Para dialogar
¿Qué significado tiene para mí el sacramento del matrimonio?
Como matrimonio cristiano ¿somos transmisores del amor y la santidad para otras parejas?
¿Por qué tantos divorcios, por qué tantas separaciones? ¿Por qué tantos hogares destruidos?
Oración de los fieles: Sagrada Familia de Nazaret, edifica nuestra familia
Por la santa Iglesia: para que Dios le conceda ser siempre la esposa fiel de Jesucristo. Oremos.

Por todos los matrimonios: para que, en el amor mutuo y en la fidelidad constante, sean en nuestra sociedad fermento de paz y unidad. Oremos.

Para que Dios les haga padres responsables y sepan ser los primeros educadores en la fe de sus hijos. Oremos.

Por los matrimonios que pasan por dificultades que Dios los ilumine y redescubran el amor y la entre generosa del uno por el otro. Oremos.

Por los miembros de nuestra familia que han muerto en la esperanza de la resurrección: para que Cristo los acoja en su reino y los revista de gloria. Oremos.

Tarea familiar
Coordinar la presentación del pesebre viviente, para la clausura de nuestros encuentros.
Ver la posibilidad de organizar una mesa a la canasta en familia y compartir lo vivido durante los encuentros entre los presentes.

Oración final
Animador: Al culminar este encuentro llevemos en nuestro corazón la palabra que escuchamos y compartimos, esto nos ayudará a mirar la Navidad con ojos de fe y esperanza.

Todos: Señor, que esta Navidad renueve la fe y el amor en nuestra familia.

Animador: Hemos reflexionado sobre nuestra familia reconociendo todo lo que significa en nuestra vida, es en ella donde se aprende a conocer y amar a Dios en los demás.

Todos: Señor, gracias por nuestra familia.

Animador: Que cada familia en el Paraguay sea un lugar donde se aprenda a conocer y a amar a Dios y a sus integrantes: papá, mamá, hermano/a, abuelo/a.

Todos: Señor, ayúdanos a fortalecer los vínculos familiares en nuestro querido Paraguay.

Animador: Recemos todos juntos pidiendo al Señor que mire con gran compasión y misericordia sobre las familias divididas y separadas, sobre los niños que no sienten el amor de sus padres. Que los integrantes de las familias paraguayas aprendan a perdonar y a amar con todo el corazón. Por estas intenciones recemos todos juntos un Padre Nuestro y Ave María.

Canto.

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