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La teoría y la práctica son dos realidades autónomas. La praxis transformadora implica su articulación. El doble discurso típico de la realidad política, social, religiosa y cultural en nuestro país genera discrepancia entre lo que se dice y lo que se hace, encontrándose situaciones de violencia y agresiones constantes hacia las mujeres en los espacios de militancia política.
Cuando hablamos de violencia y machismo, tratamos de realidades existentes en todos los espacios políticos sin distinción de clase social. Ignorar esa realidad es una forma de esquivar, encubrir y reforzar esas prácticas.
La dirigente campesina del Partido Paraguay Pyahurã (PPP) Dora Flecha señala que dentro de su organización la expresión de la violencia hacia las mujeres parte de cómo se le coloca a la mujer en la sociedad. “A la mujer se la coloca en la sociedad como una persona de segunda categoría, y a partir de ahí se van agudizando muchas situaciones de violencia. La mujer está en una situación de subordinación, de discriminación, y dentro de ese contexto entendemos que en las organizaciones sociales y políticas se expresan prácticas machistas. El machismo es una cuestión hegemónica dentro de nuestra sociedad”.
“La violencia y el machismo no pueden tener un blindaje dentro de las organizaciones. Los dirigentes son los principales responsables, no pueden ignorar la violencia por pertenecer a una organización social o política, sino que hay que debatirlo. Nosotras entendemos que este tema merece ser discutido en todos los espacios”.
Ante esta situación, de cómo se lucha contra la violencia, Dora Flecha afirma que ejercen una sanción social. “El dirigente tiene mayor responsabilidad de cumplir los mandatos de su organización, no es que solamente la sanción social es ejercida por las mujeres, sino que involucra también a los hombres que no están de acuerdo con estas prácticas agresivas, es por eso que nosotros desde la organización llevamos la sanción social con las mujeres y los hombres”.
La necesidad de una praxis coherente con la no violencia de género “El discurso tiene que estar relacionado a la práctica. Y este punto en concreto lo llevamos en el debate permanentemente de que el discurso tiene que ir acompañado con la práctica. ¿Y cómo se puede transformar? Generando conciencia, hay que ir generando conciencia, porque si no hay conciencia pareciera que todo este tema de lo que pasa en el seno de la sociedad es normal.
“Cuando más se van debatiendo estas situaciones, se vuelven más sutiles. Desde que las mujeres hemos ido integrando a la organización, desde que hemos ocupado espacios de dirección nos dimos cuenta de que esas situaciones no deben ser normalizadas, ni mucho menos naturalizarlas”, señala Dora.
clopez@abc.com.py