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El estado del lago hoy, sin dudas, es el final de una crónica de una muerte anunciada. Tomando como punto de partida la caída de la dictadura stronista (1989), el preciado recurso natural nunca fue preservado por las leyes, por la incompetencia y desidia de las autoridades nacionales de turno.
Según los artículos periodísticos de los últimos 24 años (ver facsímiles de titulares), el lago siempre fue víctima de la agresión humana. En sus tributarios derramaban sus desechos las industrias y los vecinos.
Hasta los veraneantes atentaban contra sus aguas al tirar en las mismas sus desechos. Sin embargo, quienes tenían la responsabilidad de castigar estos hechos poco o nada se preocupaban, y esto hacía que el lago siempre estuviera agonizando.
Se realizaron una infinidad de reuniones y estudios para salvar el recurso natural, pero fue más bien para derrochar dinero, porque nunca hubo un programa de salvataje permanente para mantenerlo libre de contaminación. El Poder Judicial también es cómplice de esta destrucción, por no penalizar a los contaminadores.
La irresponsabilidad llegó al colmo al permitir construcciones que no respetaban la franja de protección; y así, un sinnúmero de hechos delictivos hicieron que hoy el lago sea una gran fuente de agua verde hedionda, donde ya no hay ningún signo de vida.
Hace 13 meses, el lago, como si fuera un ser vivo, dio un último suspiro y regaló al país cristalinas aguas, luego de unas torrenciales lluvias, según una crónica que publicamos el pasado 16 de noviembre de 2011, pero aun así no cesaron las agresiones, y hoy el preciado recurso ya no sirve ni para una postal y hasta pone en peligro a la población.
avelazquez@abc.com.py