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Para entender mejor la figura del "buen ladrón" debemos encuadrarla en el contexto:
"Junto con Jesús llevaban también a dos malhechores para ejecutarlos. Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. (...) Uno de los malhechores crucificado, insultándolo, le dijo: «¿Así que tú eres el Cristo? Sálvate, pues, y también a nosotros». Pero el otro lo reprendió, diciéndole: «¿No temes a Dios, tú que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo tenemos merecido, y pagamos nuestros crímenes. Pero él no ha hecho nada malo». Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino». Respondió Jesús: «En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso»". (Lc 23,32-34.39-43)
¡Qué significativo que con Jesús estuvieron condenados dos "ladrones"! Creo que podemos ver en estos dos hombres la imagen de toda la humanidad. Desde el pecado original, la historia de cada hombre es muy semejante a la de aquellos dos ladrones. El ser humano, expulsado del paraíso, fue condenado a vivir en la tierra con muchas limitaciones (cruces) y caminar hacia la muerte. De esta historia nadie puede huir. Sin embargo, existen dos modos de asumir esta nuestra historia.
Podemos hacer como el ladrón petulante que aunque merezca ser crucificado, es orgulloso, es prepotente y es exigente. Delante de Jesús, que estaba sufriendo aún más que él, porque fue torturado toda la noche, tenía una corona de espinas, estaba clavado (no solo atado) a la cruz y tenía que escuchar aún a tantos que se reían de él; este malhechor con arrogancia pide a Jesús que le salve. Pero la salvación que él pide, no es la misma que Jesús quiere dar. El pide solo que Jesús lo libre de la cruz, para que pueda retornar a su vida "normal" y quizás continuar cometiendo sus crímenes. Quiere que Jesús sea Dios, solo para su comodidad, no para cambiar de vida. El no desea ser salvado de la muerte, sino pide solamente no morir en aquel momento. (¡¡Solo se salva de muerte quien resucita, no quien no muere en un determinado momento!!)
O entonces podemos hacer como el "buen ladrón" que, consciente de su pecado, reconoce la inocencia de Dios: «él no ha hecho nada malo». Este hombre crucificado, aunque que esté sufriendo, no acusa a Dios y no exige de Dios nada, al contrario lo defiende ("pero el otro lo reprendió"). Este ladrón reconoció la grandeza del gesto de Jesús en abrazar la cruz, en pasar por todo este sufrimiento, pues siendo Dios no lo merecía, ni lo necesitaba. El reconoce la solidaridad de Dios: a su lado, crucificado como él, participando del mismo suplicio, no por un crimen, sino por amor. El "entiende" el método de Dios, que salva al hombre no quitándolo siempre del dolor, sino sufriendo junto, hasta el extremo. A este Jesús, tan desfigurado y deshecho, el "buen ladrón" lleno de fe y humildad pide ser salvado. El reconoce a Jesús allí clavado y escarnecido en la cruz como el vencedor, como el verdadero Rey. ¡Qué gran fe tuvo este hombre! ¡Qué gran experiencia de Dios! Fue impresionante su profesión de fe: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino". El es consciente de no tener méritos, pero entendió que el corazón de Dios ultrapasa cualquier pecado.
Y Jesús le responde: «En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso». Y así el "buen ladrón" fue el primer hombre en retornar al paraíso. Fue el primero de los salvados. Fue el primer fruto de la redención. Fue el primer humano en vencer la muerte. No por sus méritos, sino por saber en quién colocar su confianza, por reconocer su condición y con humildad entregarse al abrazo de Dios.
Creo que estos dos hombres nos tienen mucho que decir.
Oración del día:
Tú que con la Pasión de Cristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, nos libraste de la muerte, que heredamos todos a consecuencia del primer pecado, concédenos, Señor, a cuantos por nacimiento somos pecadores, asemejarnos plenamente, por tu gracia, a Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.
"Junto con Jesús llevaban también a dos malhechores para ejecutarlos. Cuando llegaron al lugar llamado de la Calavera, lo crucificaron a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. (...) Uno de los malhechores crucificado, insultándolo, le dijo: «¿Así que tú eres el Cristo? Sálvate, pues, y también a nosotros». Pero el otro lo reprendió, diciéndole: «¿No temes a Dios, tú que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo tenemos merecido, y pagamos nuestros crímenes. Pero él no ha hecho nada malo». Y añadió: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino». Respondió Jesús: «En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso»". (Lc 23,32-34.39-43)
¡Qué significativo que con Jesús estuvieron condenados dos "ladrones"! Creo que podemos ver en estos dos hombres la imagen de toda la humanidad. Desde el pecado original, la historia de cada hombre es muy semejante a la de aquellos dos ladrones. El ser humano, expulsado del paraíso, fue condenado a vivir en la tierra con muchas limitaciones (cruces) y caminar hacia la muerte. De esta historia nadie puede huir. Sin embargo, existen dos modos de asumir esta nuestra historia.
Podemos hacer como el ladrón petulante que aunque merezca ser crucificado, es orgulloso, es prepotente y es exigente. Delante de Jesús, que estaba sufriendo aún más que él, porque fue torturado toda la noche, tenía una corona de espinas, estaba clavado (no solo atado) a la cruz y tenía que escuchar aún a tantos que se reían de él; este malhechor con arrogancia pide a Jesús que le salve. Pero la salvación que él pide, no es la misma que Jesús quiere dar. El pide solo que Jesús lo libre de la cruz, para que pueda retornar a su vida "normal" y quizás continuar cometiendo sus crímenes. Quiere que Jesús sea Dios, solo para su comodidad, no para cambiar de vida. El no desea ser salvado de la muerte, sino pide solamente no morir en aquel momento. (¡¡Solo se salva de muerte quien resucita, no quien no muere en un determinado momento!!)
O entonces podemos hacer como el "buen ladrón" que, consciente de su pecado, reconoce la inocencia de Dios: «él no ha hecho nada malo». Este hombre crucificado, aunque que esté sufriendo, no acusa a Dios y no exige de Dios nada, al contrario lo defiende ("pero el otro lo reprendió"). Este ladrón reconoció la grandeza del gesto de Jesús en abrazar la cruz, en pasar por todo este sufrimiento, pues siendo Dios no lo merecía, ni lo necesitaba. El reconoce la solidaridad de Dios: a su lado, crucificado como él, participando del mismo suplicio, no por un crimen, sino por amor. El "entiende" el método de Dios, que salva al hombre no quitándolo siempre del dolor, sino sufriendo junto, hasta el extremo. A este Jesús, tan desfigurado y deshecho, el "buen ladrón" lleno de fe y humildad pide ser salvado. El reconoce a Jesús allí clavado y escarnecido en la cruz como el vencedor, como el verdadero Rey. ¡Qué gran fe tuvo este hombre! ¡Qué gran experiencia de Dios! Fue impresionante su profesión de fe: "Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino". El es consciente de no tener méritos, pero entendió que el corazón de Dios ultrapasa cualquier pecado.
Y Jesús le responde: «En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso». Y así el "buen ladrón" fue el primer hombre en retornar al paraíso. Fue el primero de los salvados. Fue el primer fruto de la redención. Fue el primer humano en vencer la muerte. No por sus méritos, sino por saber en quién colocar su confianza, por reconocer su condición y con humildad entregarse al abrazo de Dios.
Creo que estos dos hombres nos tienen mucho que decir.
Oración del día:
Tú que con la Pasión de Cristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, nos libraste de la muerte, que heredamos todos a consecuencia del primer pecado, concédenos, Señor, a cuantos por nacimiento somos pecadores, asemejarnos plenamente, por tu gracia, a Jesucristo, que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. Amén.