Cargando...
Según referencias históricas, el cauce se originaba en un pequeño bañado que se formaba en la manzana delimitada por las actuales calles Chile, Piribebuy, Alberdi y Manduvirá. Pero este tramo actualmente se encuentra totalmente entubado o bien ha desaparecido bajo el pavimento asfáltico o las construcciones.
Toda la belleza de la vegetación autóctona y las avecillas que revolotean en torno a su curso fueron ganadas y desplazadas por el nauseabundo y pestilente olor que despide.
También quedan vestigios de un canal que lo mantenía unido al Arroyo Jardín, que actualmente también está convertido en una zanja que recoge todo tipo de inmundicias a su paso.
Los arroyos y la vegetación abundante son los que todavía hoy pueden crear microclimas refrescantes en varios puntos de la ciudad, como en el caso del Jardín Botánico -cuya reserva es atravesada por un arroyuelo- y Villa Morra, regada por las aguas del Mburicaomí.
En el caso del Jaén, esta función de mitigar el intenso calor ya no existe. Por el contrario, el tufo que despide genera mayor incomodidad a los pobladores que viven en las inmediaciones de su recorrido.
Si el Jaén no hubiera caído presa de la contaminación que padece hoy, hubiese sido el único arroyo que perdurara en la zona céntrica de Asunción.
Precisamente el centro está convertido hoy en una "isla de calor" por la gran concentración de asfalto, hormigón y la escasa vegetación que posee. El "paraíso de Mahoma" ha quedado solo en los libros de historia, al igual que los arroyos perdidos de Asunción.
Fotos: Heber Carvallo.
pgomez@abc.com.py