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En su residencia de Asunción, Inocencia de González, quien vive con su hija Esher González Palacios, recibirá hoy el saludo de sus familiares y amigos.
Inocencia de González, prima de monseñor Ismael Rolón, resaltó que entre la ayuda al prójimo y a los necesitados fue pasando su vida. Y como bendición especial de Dios tiene a sus amores, sus tres hijos: Ángel Darío, Esther y Lincoln; sus siete nietos, dieciséis bisnietos y dos tataranietos.
Nacida en Asunción el 20 de junio, cumple hoy 100 años con una excelente salud mental.
Quienes la conocen afirman que es una mujer destacada como oradora, con gran poder de persuasión, cualidades que le ayudaron a conseguir apoyo para sus múltiples obras de ayuda.
A sus 100 años, se basta a sí misma para todas sus necesidades personales, en una ancianidad que se puede considerar como una recompensa a toda una larga vida de permanente entrega a los necesitados.
Doña “Ino”, como más la conocen sus amigos, recordó como uno de los actos más destacados de su vida que el papa Juan Pablo II le habló en un perfecto español el día que se inauguró la Basílica de Caacupé en Paraguay en 1988 y le bendijo especialmente por su gran labor como voluntaria de la Comisión de Damas pro Construcción.
Incansable
Doña Inocencia fue fundadora y trabajadora de los Refectorios Charitas, donde cada día en muchos barrios los niños podían desayunar. En todos esos barrios organizó y atendió a grupos de mujeres que aprendían corte y confección y a jóvenes que estudiaban dactilografía.
Desde la colocación de la piedra fundamental, como miembro y presidenta de la comisión, ayudó al padre José Saubatte en la formación y sostenimiento del Colegio San Miguel Garicoits, institución a la cual suele acudir como invitada de honor a dar conferencias a los jóvenes estudiantes.
Como presidenta de la Comisión de Damas pro Santuario de la Virgen de los Milagros de Caacupé, trabajó para conseguir fondos todos los años que demandó la construcción hasta su terminación y entrega en ocasión de la visita de Juan Pablo II en 1988.
Como presidenta de la Comisión de Damas del Rotary Club, ayudó a los padres Redentoristas en la formación y sostenimiento de los Colegios Cristo Redentor y Santa Ana, en el Bañado.
Inocencia Palacios estudió en el Colegio María Auxiliadora y en la Escuela Normal de Profesores. Se recibió de profesora normal en 1935.
Entre sus más lindos recuerdos resaltó una clase sobre la asignatura de Instrucción Cívica, que ella lo hizo en forma práctica. Llevó todos los materiales que se utilizan en una votación para que los alumnos aprendieran a reconocer lo que era una votación, que el ciudadano debía manifestar su voluntad propia y que el escrutinio debía ser controlado.
En tiempos de la Guerra del Chaco, desde 1932 a 1935, ayudó a su hermana mayor, estudiante de Medicina, movilizada como teniente de Sanidad en Puerto Pinasco. “Yo, en la salita de autoclave, preparaba vendas y hacía limpieza de instrumentales médicos”, recordó.
Ejerció la docencia por cuatro años hasta su matrimonio con Harmodio González, gerente general del Banco del Paraguay. Él fue quien dirigió y administró la construcción de uno de los más hermosos edificios de nuestra ciudad, el actual Banco de Fomento (eso no le costó al Estado ningún dinero, pues se utilizaban las ganancias del banco). También trabajó para el cambio de la moneda del peso al guaraní.
Doña “Ino” dijo que la pensión que recibe por los años de servicio de su fallecido esposo, que fueron los más brillantes de la economía paraguaya, es la suma irrisoria de “cuatrocientos mil guaraníes”.
“Estoy orgullosa de haber sido la esposa de un hombre tan brillante y tan honrado, un ejemplo para los funcionarios actuales”, refirió y añadió que, recién casada, fue secretaria del primer grupo de Voluntariado de la Cruz Roja Paraguaya, con la presidencia de doña Josefa Barbero de Repetto.
De entre tantos recuerdos de trabajo solidario mencionó que formó una comisión de ayuda al padre José Saubatte para la Escuelita San Miguel Garicoits. La primera presidenta de la Comisión de Damas fue Dody Pérez de Angulo.
“Las compañeras del grupo nos unimos para ese sacerdote ‘santo’ que deseaba todo lo bueno para nuestro país. Luego fui presidenta de esa comisión. Realizamos numerosas fiestas, conciertos, desfiles de moda, de beneficencia, con el fin de recaudar fondos. Los hacendados de la Asociación Rural fueron benefactores de esa causa. Actualmente, el Colegio San Miguel Garicoits es grande; está dirigido por profesoras brillantes”, significó.
Añadió que fue secretaria de la Comisión de Damas de la Casa Cuna y Voluntaria del Buen Pastor, colaborando con la madre Eudes para las obras de formación y rehabilitación de internas del Buen Pastor.
Igualmente, fue presidenta de la Comisión de Damas del Rotary Club. Afirmó no olvidar un lugar en el bañado en 34ª Proyectada, donde solo podía llegar el jeep de un sacerdote que le transportaba, vio a unos niñitos que estaban allí en una laguna verdosa y sucia. Fue así como con tanta emoción se dispuso a ayudarles hasta lograr que en una construcción pequeña, en el yuyal, funcionara la escuela, que ahora es el Colegio Santa Ana.
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