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En el año 1893, el reverendísimo Mons. Luis Lasagna, inspector de los salesianos de Uruguay y Paraguay y luego obispo para las misiones de Brasil y Paraguay, visita nuestro país de paso para Mato Grosso, y el 24 de mayo pontificaba en nuestra catedral celebrando la festividad de Corpus Christi.
Durante su estadía se enteró de la noticia de que el señor Ricardo García, embajador uruguayo ante nuestro Gobierno, estaba muy grave "y se cuidaba muy poco del estado de su alma". Mons. Lasagna acudió a su lecho de enfermo alentando la esperanza de poderle disponer para presentarse dignamente ante el tribunal de Dios... pero la visita fue inútil. El obispo acudió entonces a la que es potente auxilio de los cristianos y en compañía de muchas almas piadosas comenzó un novenario. A los pocos días de comenzada la serie de oraciones, el enfermo moría después de recibir los santos sacramentos.
Fue esta la primera semilla de la devoción a María Auxiliadora que se arrojó en nuestro suelo. Dos veces más estuvo en nuestro país Mons. Lasagna, y con la habilidad de un experimentado jardinero y con el entusiasmo incansable de un apóstol, continuó esparciendo a las almas de todos aquellos que le trataba la semilla de tan simpática devoción... y lo hizo con tal eficacia que un día se vio obligado a exclamar en tono profético: "Esta es la tierra de María Auxiliadora".
En 1896, según lo estipulado entre Mons. Lasagna y los presidentes Juan González y el general Egusquiza, pisaron las playas de este país los primeros salesianos con la misión de fundar un colegio de artes y oficios.
Los presbíteros Ambrosio Turriccia, Domingo Queirolo, Pedro Foglia y el señor Dugnani, todos hijos de Don Bosco, fueron los primeros en propagar la devoción de María Auxiliadora en la zona del Hospital Cue, nombre que luego fue sustituido por la advocación de María.
PRIMERA ESTATUA
Un colegio salesiano sin una estatua de María Auxiliadora es inconcebible. Fue así que el 8 de setiembre de aquel mismo año se bendijo la primera imagen de la Virgen, que ostenta en un brazo al Dios Niño, y en el otro un cetro de oro, símbolo del poder. Es una imagen de madera de un metro de alto y que honra al taller de escultura del oratorio de Turín.
Fue esta estatua como el diminuto grano de mostaza del evangelio que, arrojado en terreno fecundo y bien trabajado, se convirtió en árbol gigantesco y de abundantes ramas a donde van a cobijarse millares y millones de almas.
Las imágenes se multiplicaron y al poco tiempo María Auxiliadora fue venerada no solo en la capilla de los salesianos, sino en otras capillas e iglesias y en muchos hogares. La devoción, en menos de un año, quedó popularizada y amada en el creyente y católico pueblo paraguayo.
* Fuente: Devoción a María Auxiliadora. Cien años de Historia Documentada y Gráfica (P. Carlos Heyn)
Durante su estadía se enteró de la noticia de que el señor Ricardo García, embajador uruguayo ante nuestro Gobierno, estaba muy grave "y se cuidaba muy poco del estado de su alma". Mons. Lasagna acudió a su lecho de enfermo alentando la esperanza de poderle disponer para presentarse dignamente ante el tribunal de Dios... pero la visita fue inútil. El obispo acudió entonces a la que es potente auxilio de los cristianos y en compañía de muchas almas piadosas comenzó un novenario. A los pocos días de comenzada la serie de oraciones, el enfermo moría después de recibir los santos sacramentos.
Fue esta la primera semilla de la devoción a María Auxiliadora que se arrojó en nuestro suelo. Dos veces más estuvo en nuestro país Mons. Lasagna, y con la habilidad de un experimentado jardinero y con el entusiasmo incansable de un apóstol, continuó esparciendo a las almas de todos aquellos que le trataba la semilla de tan simpática devoción... y lo hizo con tal eficacia que un día se vio obligado a exclamar en tono profético: "Esta es la tierra de María Auxiliadora".
En 1896, según lo estipulado entre Mons. Lasagna y los presidentes Juan González y el general Egusquiza, pisaron las playas de este país los primeros salesianos con la misión de fundar un colegio de artes y oficios.
Los presbíteros Ambrosio Turriccia, Domingo Queirolo, Pedro Foglia y el señor Dugnani, todos hijos de Don Bosco, fueron los primeros en propagar la devoción de María Auxiliadora en la zona del Hospital Cue, nombre que luego fue sustituido por la advocación de María.
PRIMERA ESTATUA
Un colegio salesiano sin una estatua de María Auxiliadora es inconcebible. Fue así que el 8 de setiembre de aquel mismo año se bendijo la primera imagen de la Virgen, que ostenta en un brazo al Dios Niño, y en el otro un cetro de oro, símbolo del poder. Es una imagen de madera de un metro de alto y que honra al taller de escultura del oratorio de Turín.
Fue esta estatua como el diminuto grano de mostaza del evangelio que, arrojado en terreno fecundo y bien trabajado, se convirtió en árbol gigantesco y de abundantes ramas a donde van a cobijarse millares y millones de almas.
Las imágenes se multiplicaron y al poco tiempo María Auxiliadora fue venerada no solo en la capilla de los salesianos, sino en otras capillas e iglesias y en muchos hogares. La devoción, en menos de un año, quedó popularizada y amada en el creyente y católico pueblo paraguayo.
* Fuente: Devoción a María Auxiliadora. Cien años de Historia Documentada y Gráfica (P. Carlos Heyn)