De santuario a basílica para la Virgen de los Milagros de Caacupé

Si bien el concepto original y puro de quien proyectó la que habría sido una majes- tuosa construcción no se materializó, la fe y la devoción de miles de católicos maria- nos se vieron exaltadas, el pasado 11 de julio, cuando el Santuario Nacional Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé fue elevado a la categoría de basílica menor.

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El pasado 11 del corriente, mientras un tibio sol penetraba en los corazones de los fieles emocionados por la inminente llegada del papa Francisco a Caacupé para consagrar a nuestro país a los pies de la Virgen, nadie se imaginaba el gran anuncio que se estaba por hacer: la Santa Sede, con un decreto, nombraba basílica menor al Santuario Nacional Nuestra Señora de los Milagros de Caacupé. El documento estuvo dirigido a monseñor Claudio Giménez, obispo de Caacupé y presidente de la Conferencia Episcopal Paraguaya (CEP), atendiendo su carta del 6 de abril de 2015.

La mayor fiesta mariana en nuestro país es, sin dudas, el 8 de diciembre, cuando miles de devotos a la Virgen llegan hasta la villa serrana, cargando en sus corazones promesas, sueños y deseos, acompañados de un profundo afecto y admiración hacia la madre celestial.

El arquitecto Miguel Ángel Alfaro (1888-1968) fue el proyectista de la edificación y buscaba crear una verdadera “obra de arte” en honor a la Virgen. Su nieto, el arquitecto Miguel Ángel Alfaro Riera, relató los acontecimientos y protagonistas, exhibiendo documentos de la época, que hicieron posible el inicio de la obra.

Aire renacentista

“Mi abuelo, quien se recibió en la Universidad de Roma como arquitecto e ingeniero civil, era un católico muy creyente. Tal es así que hizo un proyecto artístico con un aire renacentista, inspirándose en las obras de los grandes arquitectos de Italia, e ideó una construcción pura como la Virgen. Lástima que la modificaron, por economizar y apurar los plazos”, contó.

Dijo que el 20 de febrero de 1940 el arquitecto entregó el proyecto definitivo de la basílica al entonces arzobispo de Asunción, monseñor Juan Sinforiano Bogarín y a monseñor Aníbal Mena, quienes gestionaron su aprobación casi inmediata.

Apuntó que hacia 1941, comenzó la obra, para la cual el arquitecto Alfaro hizo traer en carretas piedras del cerro Cristo Rey.

El 15 de abril de 1945, dentro del programa de los festejos jubilares (que en esa época conmemoraban el cincuentenario de la consagración episcopal de monseñor Juan Sinforiano Bogarín) se realizó la “bendición y colocación de la piedra fundamental de la futura basílica” en Caacupé.

El 25 de julio de 1962, el proyectista inscribió su obra en el Registro de la Propiedad Intelectual.

La recién conocida designación del Vaticano cierra un círculo y cumple el anhelo de miles de devotos de la Virgen.

Mayores y menores

Para que un templo sea declarado basílica debe ser un foco espiritual, tener una estructura destacada y poseer un tesoro espiritual. El título oficial otorgado a la ahora Basílica de Caacupé es el de “basílica menor”, pues el concepto “basílica mayor” es aplicado solo a los cuatro templos católicos de mayor rango en el mundo: San Pedro, en el Vaticano; y San Juan de Letrán, San Pablo Extramuros y Santa María la Mayor, en Roma. Es así que todas las demás basílicas del mundo son “basílicas menores”, pero no precisamente por tener una dimensión reducida. Solo el Papa puede oficiar misa en el altar mayor de las basílicas mayores.

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