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Desde hace tres meses y ante la vista de todos, el local del IMA, ubicado en la calle Haedo casi Chile de Asunción, fue invadido por un grupo de unos ocho drogadictos que aprovecharon la dejadez del edificio para convertirlo en una guarida. Los vecinos y trabajadores de la zona dijeron a ABC Color que el problema se da a diario y que, en ocasiones, tienen miedo de salir a la calle.
El movimiento cesa en horas de la mañana, ya que el grupo de adictos aprovecha el intenso movimiento para descansar. Solo salen al mediodía para abastecerse de agua y luego vuelven a guarecerse para salir a la noche para, según se supone, conseguir dinero y adquirir sus drogas.
“A veces se ve a gente bien vestida entrando ahí. No parece gente de la calle”, dijo uno de los vecinos a nuestro diario, solicitando que su identidad sea resguardada por temor a represalias.
Para entrar al local, los jóvenes rompieron el portón que da a la rampa de acceso al estacionamiento e hicieron lo mismo con parte del vidrio, por lo que ahora se tienen tres bocas de acceso al IMA.
Un trabajador de la zona alcanzó a filmar con su teléfono celular a uno de los adictos. En el video se puede observar a un joven, cercano a los 30 años, según se puede notar, conversando con alguien del otro lado del portón. En un momento, saca una jeringa y procede a clavarse con la aguja, disimulando que tiene en sus manos el estupefaciente.
El joven no pudo entrar durante varias horas, ya que, para ingresar por ese portón, se tiene que retirar la terciada que está apuntalada con una viga, por dentro. El cemento sirve como palanca para sostener el pedazo de madera y hace imposible que por fuera se pueda abrir.
No hay planes
La Municipalidad de Asunción, por el momento, no tiene planes para el edificio, pero es de suma urgencia que, por lo menos, la fachada sea restituida.
Si bien no hubo denuncias concretas contra los adictos, los vecinos y trabajadores de la zona estiman que es cuestión de tiempo para que empiecen a protagonizar asaltos, atendiendo que durante el mes de enero baja considerablemente el movimiento en el microcentro capitalino, lo que propiciará actos delictivos.