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Tras la infección inicial, aproximadamente un 80% de los casos no presentan síntomas. Pero aquellos con sintomatología aguda pueden tener fiebre, cansancio, inapetencia, náuseas, vómitos, dolor abdominal, orinas oscuras, heces claras, dolores articulares e ictericia (coloración amarillenta de la piel y los ojos). No siempre requiere tratamiento, porque en algunas personas la respuesta inmunitaria eliminará la infección espontáneamente y algunas personas con infección crónica no llegan a presentar daño hepático. En algunos casos, el tratamiento es necesario. Existen tres medicamentos recomendados por la OMS, que presentan un 95% de posibilidades de curación.