Dar vida después de partir

Hoy se conmemora el Día Nacional del Donante de Órganos y Tejidos; la fecha se tomó del aniversario de fallecimiento del Dr. Marco Aguayo, quien fue el primer donante cadavérico en Paraguay (1992). Conversamos con la Dra. Elsa Escalante, master en Alianza en Donación y Trasplante, España 2016. La médica dice: “El principal objetivo es crear conciencia para donar, en nuestro país hay muchos mitos”.

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“En Paraguay el tema de donación y trasplante está siguiendo un curso exponencial, es decir, va creciendo, pero luchamos con el bajo presupuesto y la legislación escueta. Mucha gente está muriendo porque no llega un donante, ahora mismo hay una niña en el Hospital Acosta Ñu esperando un donante cardíaco”, enfatiza la Dra. Elsa Escalante (35), recibida en la Universidad Nacional del Este; es especialista en Terapia Intensiva Adultos, tiene una maestría en Salud Pública y Administración Hospitalaria. La joven galena logró este año –mediante una beca pública– el master Alianza en Donación y Trasplante de Órganos, Tejidos y Células. Dicho curso tiene el fin de trasladar el modelo español a los países latinoamericanos. “Quisiera destacar lo positivo que están haciendo el Gobierno nacional, el Ministerio de Salud Pública, IPS, ya que al enviar a profesionales a especializarse (fuimos 2 médicas) demuestran que existe un compromiso con el país”, señala.

–Cuéntenos su experiencia en España.

–Estuve en el Hospital San Carlos, de Madrid, y de ahí me fui a Alicante a hacer el curso propiamente dicho de donación y trasplante. Tienen una gran organización, son muy comprometidos. También la solidaridad de la gente; allá la donación está dentro de lo habitual, si un pariente está con muerte encefálica ya saben que el siguiente paso es donar sus órganos. Esto pasa en toda Europa, son una élite en este tema.

–¿Qué hicieron para conseguir ese nivel de conciencia?

–Nos comentaban que no fue fácil, tuvieron que golpear muchas puertas. Lo que se ve ahora es el resultado de un proceso larguísimo que les costó sudor y sangre.

–¿Cómo describe la situación en nuestro país?

–Nosotros tenemos una alta tasa de negación familiar y tiene que ver con los mitos. Algunos que podemos mencionar: 1) se va a adelantar la muerte del paciente para usar sus órganos; 2) van a traficar con los órganos; 3) “carnean” al fallecido; 4) la lista de espera favorece a los que tienen dinero o influencias.

–Miedos normales, muchas veces sin fundamentos, pero ponen a prueba la trasparencia del sistema, la ética de los médicos.

–La función médica es salvar vidas, no hacerlo va en contra de toda ética y protocolos existentes. Primero, la condición básica para ser donante es que se produzca la muerte encefálica. Respecto a la venta de órganos, es ilegal y está penado con cárcel. Luego, toda extracción de órganos se hace con el máximo respeto de parte del equipo de trasplante, de manera que la familia pueda cumplir con el rito funerario con normalidad. Acerca de la lista, existe una lista única, nacional, trasparente, tanto para pacientes públicos como privados, manejada por el INAT, un ente público, que distingue a los pacientes solo por su condición clínica.

–¿Quién corre con los gastos del trasplante?

–Por ley los gastos los cubre el sistema de salud. En ningún caso las familias pagan los costos.

–¿Cuál es su función como coordinadora de trasplantes?

–Cuando hay un posible donante me llaman. Un coordinador evalúa si es un paciente real, es decir, si sus órganos están aptos para ser donados. Soy la encargada de hablar con la familia. Si me dan un sí, nos ponemos en contacto con el equipo que hará la extracción de los órganos y con el equipo que hará el trasplante. Pero si la respuesta es no, ahí se corta todo el trabajo. Por otro lado, estoy presente en las cirugías, porque tengo que apoyar (llevar los líquidos de preservación, los laboratorios para la serología, estar en contacto permanente con el equipo receptor).

–¿Qué trasplantes se hacen en nuestro país?

–Riñón, córneas, corazón, hígado, y muy pronto el trasplante pulmonar. Recientemente se inauguró en Clínicas el banco de tejidos.

–¿Cómo se traduce un “sí, vamos a donar”?

–A pesar del dolor por la pérdida de un ser querido, se ha entendido que se puede dar una oportunidad de vida a otras personas que sufren. Un solo donante puede salvar a más de 8 personas. Cuando me dan un sí, siento que esa familia entendió y puede magnificar lo que significa depender de una máquina de diálisis, o poder dar solo 3 pasos porque el corazón es insuficiente. Hay que comprender que la muerte cerebral es el fin; si respira es solamente porque está conectado a una máquina. Por otro lado, tampoco es fácil para los que esperan la solidaridad de una familia.

–¿Tuvo algún caso familiar?

–El de nuestro colega y compañero Juan Berdejo, cuya donación de órganos fue conocida por todos. En realidad la información del donante debe ser confidencial, pero dada la acuciante necesidad que tenemos, se hace pública.

–¿Debería ser obligatoria la donación de órganos?

–En Colombia se dona por ley, hay que ver qué impacto tiene esto con el tiempo. Mi opinión es que la donación tiene que ser voluntaria, porque es un acto altruista.

Para ser donante

Tener más de 18 años. Además de comunicarlo en los ámbitos familiar, de estudio y trabajo, hay que acercarse al Instituto Nacional de Ablación y Trasplante (INAT) o en las instituciones o locales que el mismo habilite, donde se autorizará ante un escribano público que después de confirmada la muerte cerebral, se proceda a la ablación de órganos y tejidos de su cuerpo para ser trasplantados en otros seres humanos vivos o con fines de estudio e investigación científica.

lperalta@abc.com.py

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