Cargando...
Unas 11.890 familias tuvieron que abandonar sus viviendas ubicadas en zonas ribereñas, ante la crecida del río Paraguay. Hoy, un grupo proveniente del barrio Santa Ana está apostado sobre la calle 18 Proyectada, al costado del cementerio del Sur. Otro se asentó a lo largo de 21 Proyectada, del barrio Obrero.
Incómodos por ocupar espacios públicos y en muchos casos reprendidos por los vecinos del barrio, desde hace un año se encuentran en el sitio y las casillas que construyeron, de madera terciada y techo de eternit, debido al tiempo de uso, ya están deterioradas.
Llega el invierno y aseguran que necesitan frazadas, abrigos y reforzar materiales para hacer de sus refugios un sitio seguro ante el frío y la lluvia. Especialmente para los niños y ancianos. Las bajas temperaturas que se registraron en los últimos días los tienen mal debido a la precariedad de sus viviendas. “A la madrugada nos congelamos, mi hijo casi no tiene abrigo. Meto brasero para calentar la piecita”, relató Ana Aquino, quien vive en el refugio con sus pequeños hijos. La misma situación atraviesa doña Luisa Arias de 82 años. “El frío me va a matar y si llueve peor”, dijo. Luego comentó que a pesar de que trabaja por el vecindario lavando y planchado ropa no le alcanza el dinero para comprar abrigos o alquilar una casa. No percibe ninguna ayuda del Estado. “¡Trabajar me hace sentir joven y fuerte!”, confesó.
Intendencia ausente
Los damnificados reclamaron mayor asistencia por parte de la Municipalidad de Asunción. “La última vez que vimos a Mario Ferreiro por acá fue cuando pedía votos”, dijo Francisca Cazal con su resfriado hijo, de un año, en brazos.