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Fue en el quinto día del novenario a la Virgen de la Asunción, que se ofició en la Catedral Metropolitana, del que participaron centenares de jóvenes.
“¿No nos preocupan, como ciudadanos, los escándalos de los sueldos desproporcionados e injustos de muchos trabajadores de la función pública? ¿Seguimos insensibles a la tragedia de las familias damnificadas, quienes en la incertidumbre de una futura y nueva inundación no reciben la atención definitiva a la estabilidad de sus hogares? ¿Nos deja tranquilos y sin inquietarnos la situación de Arlan Fick, un joven cautivo hace ya meses? ¿No nos preocupa la cantidad de jóvenes que han caído en el alcoholismo, la drogadicción, la prostitución y toda clase de violencia?”, cuestionó.
El obispo siguió preguntando ante los presentes: “¿Quedamos paralizados asistiendo a las rupturas de las familias, como peste social que se van desmoronando, y abandonando sus obligaciones mutuas y para con los hijos que dejan abandonados a su suerte?”.
Seguidamente, sostuvo que a nivel internacional, “¿no nos preocupa que en el Medio Oriente haya tanta guerra? ¿ Y que en Irak los cristianos son perseguidos y expulsados de sus casas y de su tierra?”.
Comentó que el Papa Francisco pidió ayer rezar por ellos y recomendó que por fanatismo religioso no hagamos un caos social en la violencia y en la guerra entre hermanos. Seguidamente, se preguntó:
“¿Hacia dónde caminan hoy nuestros jóvenes?” y agregó que la puerta ancha del alcoholismo, del erotismo, de la drogadicción, de la violencia, del relativismo moral, de la pornografía y de los vicios está no solo al acecho, sino bien abierta para atraparlos y esclavizarlos.
Valenzuela sostuvo que el mensaje de la Palabra de Dios compromete al discernimiento y volvió a preguntar: “¿Seguiremos el camino de la despersonalización, del ruido fragoroso que aturde la mente y el corazón, alejados de Dios, de su Palabra, de su Comunidad?”.
Finalmente, exhortó a que el encuentro con María sea también un reencuentro de la fe.