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Esta entidad solo cuenta con cuatro aulas para más de 200 alumnos, que van desde el preescolar al sexto grado. Los alumnos del preescolar no cuentan con sala y tienen que compartirla con los chicos del tercer grado.
Como mínimo, esta escuelita precisa dos aulas más para que los niños puedan estar cómodos, pues ahora se encuentran hacinados en las pequeñas salas. También carece de pintura.
La directora, Lucía Recalde, tampoco cuenta con un espacio para la dirección, y su precaria oficina fue montada en una sala en donde también funcionan la cocina y el comedor de los chicos. Las maestras tampoco cuentan con muebles donde guardar sus materiales.
El tejido de la institución se encuentra totalmente destruido, y esto facilita que los inadaptados ingresen y rompan todo. En estas vacaciones ingresaron y rompieron los vidrios de las ventanas y la puerta del sanitario, según comentó la directora.
Dijo, además, que debido a que la institución se encuentra en el límite de Ñemby, también solicitan la ayuda al municipio vecino, de donde reciben más ayuda que de San Antonio.
Otras instituciones precisan la ayuda de Fonacide para la compra de sillas, como la escuela Renacer del asentamiento del mismo nombre del barrio Cándida Achucarro. La escuela San Blas precisa habilitar un baño que la Gobernación de Central abandonó hace ya dos años.